SOBRE LOS ESCRITOS POLÍTICOS DE DON MIGUEL ANTONIO CARO.
POR CRISTIAN VELANDIA ROCHA
1- PROPOSITO DEL LIBRO.
Respecto del libro que nos ocupa, o que me vincula en este caso al presente trabajo, debe empezar por anunciarse la concepción, o el derrotero, desde el cuál MIGUEL ANTONIO CARO, aborda la escritura de su obra. CARO, estudioso, desde mi limitado conocimiento, pero por lo sobresaliente de sus obras, de la política y de los métodos correctos y más adecuados para su ejercicio, emprende el desarrollo de dicha obra, desde la realidad de su conservatismo acérrimo, filosofía que lo llevaba a defender, según una de sus afirmaciones, muy ilustre “las doctrinas políticas, provienen de los principios morales, y estos de las verdades religiosas”,[1] la más admirada religión de su época en nuestro país, evidentemente la religión romana Católica.
Dicho esto, era clave la postura política, que antecedía a don MIGUEL ANTONIO CARO, el cual, asidor de los principios católicos y convencido de su eficaz aplicación a la forma de conducirse el Estado y orientarse la Administración Publica, quiso reivindicar las banderas de su partido, el Conservador, en años de amplia y visible hegemonía Liberal; banderas que a su concepto tienen razón de ser, pues están desprovistas de los mas corruptos intereses, máxime en una república, donde se concibe un interés general que persigue el beneficio de la sociedad. CARO, creía en las banderas de su partido por que tenía la fiel convicción de que solo se pueden trasar planes orientados de manera clara, en la medida, que partan de principios bien definidos, (termino bien significativo para CARO), es así, como se deja advertir en su obra, la presencia de los que el creía los fundamentos firmes de la construcción y Gobierno de una República, los principios de la verdad y la justicia. Para Caro y para la razón lógica la verdad per se, es inmutable, es decir, por mas que se busque el desmedro de está ella, Por si, continúa intacta, incólume y siempre será luz para el hombre que la encuentre, libre de corrupción, mientras que por su lado la justicia, siempre, dice CARO, hará bien al practicarse a la humanidad, por ello esté consiente en que estos principios permiten orientar la conducta de aquel que tenga por bien ser fiel a estos, no solo en el ejercicio de lo político, sino también para el correcto proceder en todos los espacios de la vida de hombre, pues a gusto de CARO, (si no sufro de excesos en mi interpretación), la ideología del ser humano no solamente sirve para orientar su vida pública sino que, por su vinculo con lo religioso y su verdad, implica una suma de actos responsables para consigo mismo y para con El conocedor y dictador de la verdad que es Dios. No obstante, don MIGUEL ANTONIO CARO, no dejaba de observar con raciocinio lógico, a mi gusto, la conducta de su contradictor por antonomasia, el nunca bien ponderado por este, Partido Liberal pues la ausencia de bases en sus políticas de principios inamovibles, generan como resulta de su practica, la practica dejada, librada al libertinaje, libertinaje que tiene su asiento y funda su existencia en la incapacidad de perseguir principios que le orienten al ser humano las conductas entre las cuales desarrolle su vida por lo que consideraba Caro de muy improcedente practica, el ejercicio de dichas doctrinas políticas e ideológica. Para él, la doctrina liberal, deja al hombre en ausencia de principios, a la escogencia de su voluntad, de lo que cada uno considere bien hacer; es decir, no hay un fomento por parte de dicha ideología a que la sociedad en colectivo, persiga algún valor bien ponderado, sino la libertad que se confunde con el libertinaje en razón de las desavenencias del ser humano con los principios religiosos. Así es difícil para el liberal, comprender cuales son los limites para conducirse en su aspecto personal, lo que lo dirige a la incertidumbre también de su actuar político, es así como CARO, sugiere que los partidos políticos deben, no aprobar todo lo que las Leyes Fundamentales, de su Estado permitan, sin que esto implique vulnerarlas, pero acepta que la ley en su amplia generosidad, da también el lugar y la oportunidad para ser cambiada; y propone no observar todas las disposiciones constitucionales para practicarlas, motivado por la seguridad de que no todas implican bienestar para quien las practica, por aquello que también sugiere PRUDHON, “que toda cuestión política tropieza con una religiosa”.
Los sentimientos en contravía del ilustre político, sin embargo no implican las consideraciones de este respecto de las bondades y flexibilidad que se pueden encontrar en las doctrinas católicas y conservadores, por ello CARO, citando a Pedro, el Apóstol relaciona uno de sus consejos a la iglesia primitiva que reza “ Honrad a todos, amad la fraternidad, temed a Dios, dad homenaje al rey 1 Epístola. 2, 17”,[2] con, lo que sugiere que para este las doctrinas políticas no se deben desarrollar en una sola forma individuada de Gobierno como es el caso de una República (escenario político de Colombia para la época), sino también como lo revela La Santa Biblia, en formas de Gobierno como la Monarquia, de lo que CARO, hace algunas consideraciones, pero en síntesis para este, el fundamento del éxito dentro de la convivencia en comunidad y con una organización política y jurídica está en acatar las leyes y ejercer sus derechos desde una moral cristiana que le indique la foema correcta de hacerlo.
a) CONSIDERACIONES SOBRE OTRAS FORMAS DE GOBIERNO.
CARO, como ya lo hemos dicho, no entiende por la más pertinente o la única forma de gobernar, la tenida en nuestro país en sus años, sino que reconoce e interpreta sin dudas ni acomodaciones la sugerencia cristiana, de respetar las autoridades que al momento que corresponda al hombre vivir , se le presenten, dando la honra debida a estas o como también mencionara Pablo el apóstol en la carta escrita por Lucas el evangelista, refiriéndose a la iglesia, cuando dice “Aprended a distinguir, los tiempos y las sazones”, alusión que refiere su interés a la necesidad de entender que la aplicación de la moral cristiana no resulta obsoleta en ningún tiempo de la presencia del hombre sobre el planeta, sino que implica la correcta apreciación de la misma frente a los múltiples, ofrecimientos de la sociedad.
Así, CARO, reconoce como es posible de una misma raíz sana, desprenderse dos ramas igualmente sanas y que no implican su controversia, como sucede con dos formas de Gobierno católicas, que se presentan en diversos países y que no por ello desaciertan en los principios de su emblemática fe; por ejemplo Colombia para su momento era una República Federal, que al gusto de don MIGUEL ANTONIO, podía y debía acomodarse sobre las bases firmes del catolicismo, y de otro lado, la Monarquía española que persiguiendo también la misma fe, convoca a sus asociados al rededor de otra forma de Estado diferente, solamente que los intereses de ambos Gobiernos, según explica CARO, deben estar adecuados el uno, con el otro, a fin de mostrar la unidad e identidad de la fe que da origen a ambos, y de no distorsionar la función que de acuerdo a su origen, les corresponde. Es importante, mencionar que para el gusto de CARO, el federalismo es una aprobación o exaltación, o desarrollo del Liberalismo, y digo lo anterior por que para CARO, siguiendo las exposiciones benthamianas, de las cuales hablaremos más adelante por su importancia, el interés local, disgrega la unidad del Estado, lo que implica la búsqueda sectorizada de intereses que viene a empatar en últimas con la concepción del interés personal y el utilitarismo de Jeremias Bentham, por ello señala CARO, que independiente de cual sea la forma de Gobierno y las leyes que existan en el Estado, es importante que el ejercicio e los ciudadanos no se desligue de la moral correcta, como ya lo dijimos.
Es por ello que para don MIGUEL ANTONIO, la degradación de las formas de Estado, se halla ligada ineludiblemente a la irreligiosidad que adquiere mayor relevancia, cuando esta es patrocinada el Estado, así CARO, define la consagración de la Constitución de 1863, sobre la libertad de cultos, como la interpretación errada y no consultada del constituyente, que alude al fenómeno del protestantismo que tiene ocurrencia en los Estados Unidos, donde convergen, distintas religiones en el seno de la misma sociedad, lo cual para esté, no deja de ser sino una ficción de la Constitución puesto que no es la realidad que de hecho se presentara, en nuestro país, pero que a mi gusto, sospecha CARO, de las consecuencias a que puede inducir la consagración de tal postulado, invitando por ese solo hecho a que se genere un estimulo para su practica, abandonando así lo que su concepto resulta nocivo para un sociedad. Asunto del cual discrepo de CARO, por la confesión, entre las muchas que implica su fe, de lo que el llama, la infalibilidad[3] del Papa, afirmación que se presta para muchas discusiones, máxime, cuando la profesión de la fe cristiana, basada en la Santa Escritura, deslinda la correcta profesión de esta, de la conducta per se, de cualquiera de sus practicantes, y la vincula más bien a la sana observación de las disposiciones insertas en la Escritura, v. gr. “lámpara es a mis pies tu palabra y lumbrera a mi camino” como afirmo el salmista, el rey David, salmos, 119;105[4]; empero lo cierto es que CARO, procura una sola fe que pueda así, lograr la nidad de las doctrinas políticas en un Estado que permita su ejercicio sin motivar a sus asociados a la mala interpretación de la libertad traducida en el Liberalismo, que como en otro aparte afirma, es el demonio disfrazado, que aprovechando los intereses diversos en la humanidad sugiere como solución a cada uno, optar por su interés personalizado.
B) CARO Y SU CRITICA AL LIBERALISMO BENTHAMIANO FURNDAMENTO DEL LIBERALISMO.
Dicho lo anterior, encontramos que hay una fuerte critica, despiadada de MIGUEL ANTONIO, frente a los postulados liberales, y sobre todo al que el considera, el elemento que fermenta la sana doctrina política para desencadenar en el desorden social. Así, la irreligiosidad de las doctrinas políticas y del ser humano, comienzan, al tratar de regular las diferencias de los individuos, desde el estadio de la “libertad”, concepto que a la vista de CARO utilizan los liberales, para predicar la libre escogencia de los individuos, frente a una suerte de posibilidades que ofrecen las nuevas constituciones y que según CARO, al no partir de principios, se constituyen en consagraciones oportunistas; es decir un pensamiento cercano al laisser faire, situación de hecho que dando rienda suelta a la anarquía e inmoralidad permite desde el Estado y el legislador, convertirse al hombre y experimentar, lo que Bentham, denominaría, agradable sensación, así agotados los dos planteamientos fundamentales sobre los que reposa el utilitarismo Benthamiano, interés personal, todo lo que el hombre haga debe beneficiarle a el y sus intereses, y agradable sensación, lo que también se traduce en placer, según CARO, reduciendo la noción de bien, al mero placer, invita a CARO a las siguientes afirmaciones: “ Tolerabase [se refiere al clima de la Universidad Nacional, crada en 1867, por la administración Santos-Acosta], la enseñanza de la religión, y los católicos por su parte asentían, pro bono pacis, a la de ese ortodoxo eclecticismo. Estos presagios de armonía tocaron la alarma a las pasiones, de los liberales intolerantes, y el Congreso de 1870, excito al ejecutivo, para que impusiese como textos universitarios, al judío Bentham y al volteriano Tracy, obras condenadas por la filosofía y por la iglesia. De aquí nacieron, contradicciones en la universidad; de aquí la desconfianza de los padres de familia… Pero las enseñanzas mortíferos de las [escuelas] de filosofía y jurisprudencia son manzana de discordia, motivo de justa indignación, amenaza y agravio, a la creencia pública.”[5], afirmaciones hechas en otros escritos que dejan claro el propósito del autor, de sentar un precedente, desde el entendido de que la doctrina política, ha de partir de principios inamovibles, principios, que no generen en el pueblo tal perversión que se busque la libertad, mediante la revolución, reclamando que la posesa, no es suficiente y una vez habiendo obtenido tal, y sentándose en el poder utilizarla para coartar las mismas libertades, tal no es a los ojos de MIGUEL ANTONIO CARO, la función de un partido político, que entre otras cosas y dadas las condiciones de la moral de sus militantes, redunda en el desmedro del erario, desmedro que con ocasión de doblegar la rodilla ante el poderoso, por un empleo público, desarrolla la vieja institución romana del clientelismo en estos días, de carácter político[6].
La observación que, hace nuestro ilustre escritor sin lugar a dudas, la hace desde la moral, y no desde el interés propio, lo cual ojala no redunde en frustrar el propósito que tiene; es decir que el interés de aquellos, que como él mismo menciono, siendo jóvenes quisieron abrazar las virtudes y educar su alma se abandone y le lleven a un enfrentamiento radical con los seguidores de superficiales y acomodadas doctrinas. De esta manera expueesto lo anterior es calro el propósito de CARO, de desnudar las verdaderas entrañas, a su concepto que animan la causa liberal y sugerir, que solo desde la verdad, es decir la religión de Cristo, es posible edificar doctrinas firmes que interpreten el paso del tiempo y den al hombre la capacidad de determinarse en estos, sin necesidad de usar como fundamento del libertinaje, las circunstancias de animalidad que a veces a este le provoca abrazar.
2- RESÚMEN.
En síntesis, este trabajo presenta a MIGUEL ANTONIO CARO, desde un análisis, que pretende, indicar las bases para que la doctrinas políticas, no redunden en majadería de la corruptela, sino que tengan asiento en los principios que le dan orientación y que enaltecen al hombre en la búsqueda de la justicia y verdad, abandonando el interés personal.
3- CONCLUSIONES.
1- El animo de CARO, por reivindicar los principios de la moral crisitiana, queda claro, sobre todo bajo el supuesto de que, todas las esferas de la sociedad, desde el comportamiento individual, como el ejercicio de la moral pública en los empleos del Estado, dependen de los actos decididos de bien de quienes los ejecutan, no como aquel cónsul colombiano destituido por la ambición de perseguir sus intereses desde las armas dadas por el mismo Estado.
2- CARO busca, ridiculizar el postulado del utilitarismo, transmitiendo en su obra el desvalor, que representan las decisiones fáciles y al acomodo personal.
3- Así es claro que para CARO, resulta indispensable advertir desde la religión verdadera, es decir la cristiana, los principios que gobiernen la moral y comportamiento de los individuos , teniendo por disfraz del diablo, las doctrinas que se aparten de los mismos, que alejen al hombre de la iglesia y que lo conviertan en contumaz de su propio ser poniendo por precio de su dignidad el efímero placer.
BIBLIOGRAFÍA.
1- [1] CARO, Miguel Antonio. Escritos Políticos. Primera serie, Estudio preliminar y comparación de Carlos Valderrama Andrade. Editorial Instituto Caro y Cuervo. Bogotá 1990 .
2- VALDERRAMA ANDRADE, Carlos. Relación polémica de Miguel Antonio Caro con el Benthamismo. Instituto Caro y Cuervo.
3- Santa Biblia, Reina-Valera 95. Edición de estudio Sociedades Biblicas Unidas.
[1] CARO, Miguel Antonio. Escritos Políticos. Pág 1. Primera serie, Estudio preliminar y comparación de Carlos Valderrama Andrade. Editorial Instituto Caro y Cuervo. Bogotá 1990 .
[2] CARO, Miguel Antonio. Escritos Políticos. Pág 40. Primera serie, Estudio preliminar y comparación de Carlos Valderrama Andrade. Editorial Instituto Caro y Cuervo. Bogotá 1990 .
[3] CARO, Miguel Antonio. Escritos Políticos. Pág 29. Primera serie, Estudio preliminar y comparación de Carlos Valderrama Andrade. Editorial Instituto Caro y Cuervo. Bogotá 1990 .
[4] Santa Biblia, Reina-Valera 95. Edición de estudio Sociedades Biblicas Unidas.
[5] VALDERRAMA ANDRADE, Carlos. Relación polémica de Miguel Antonio Caro con el Benthamismo. Instituto Caro y Cuervo. Pág 129.
[6] CARO, Miguel Antonio. Escritos Políticos. Pág 306. Primera serie, Estudio preliminar y comparación de Carlos Valderrama Andrade. Editorial Instituto Caro y Cuervo. Bogotá 1990 .