miércoles, mayo 20, 2009

¡Cómo perdimos un pedacito de nuestro territorio nacional!

¡CÓMO PERDIMOS UN PEDACITO DE NUESTRO TERRITORIO NACIONAL!

Por MÓNICA FERNANDA TORRES PEÑUELA

RESUMEN

Este libro fue escrito por Enrique Gaviria Liévano, titulado Historia de Panamá y su Separación de Colombia, habla sobre un acontecimiento que marcó la historia de Colombia para siempre, como lo fue la separación de Panamá, ante la ilusión de construir la vía interoceánica de Panamá, invitamos a otros a participar de nuestro proyecto y como consecuencia fuimos echados a un lado y Estados Unidos se quedó con lo nuestro.

1. ¡CÓMO PERDIMOS UN PEDACITO DE NUESTRO TERRITORIO NACIONAL!

El libro Historia de Panamá y su Separación de Colombia, escrito por Enrique Gaviria Liévano, expone los hechos que llevaron a Colombia a la crucial pérdida del istmo de Panamá.

El Istmo de Panamá fue descubierto por Rodrigo de Bastidas, al principio Panamá pertenecía al gobierno español, pero al producirse el movimiento de emancipación Panamá se declara libre e independiente del gobierno español y se adhiere voluntariamente a la Constitución de Cúcuta de 1821.

En su declaración se acuerda que los territorios de las provincias del istmo pertenecen al Estado Republicano de Colombia, a cuyo congreso se hacen representar oportunamente. Según los términos de esta declaración el pueblo panameño no se reserva ningún derecho para permanecer soberano e independiente. Su deseo fue continuar haciendo parte de Colombia, como lo había sido de la Nueva Granada, durante la época colonial.

El istmo de Panamá representa la tasa de tierra más angosta del continente americano, tiene la forma de un puente colosal echado sobre dos océanos: el Pacífico y el Atlántico. Situación que naturalmente despertó el apetito de las naciones más poderosas por hacerse a este valioso territorio, un gran ejemplo de esto, fue la rivalidad entre Inglaterra y España, fue una rivalidad política pero sobre todo comercial.

Inglaterra lograba constantes permisos para que sus súbditos explotaran el palo de Campeche o árbol de tinta en distintos puntos de América Central. En eso le ganó de mano a España porque esos permisos otorgados por la metrópoli española se volvieron contra ella y hasta se invocaron como tratados de posesión legítima, al punto de que lograron incorporarlos en los dos tratados suscritos con España sobre el territorio de la Mosquitia: el de Fontainebleau (1776) y el de Londres (1786).

La política británica se complementa con los intentos de establecer colonias o protectorados en diferentes lugares del Caribe. Especialmente en el Darién y en la Costa Mosquitia, todo naturalmente, con miras a adquirir territorios cercanos al istmo de Panamá.

Entre tanto, se produce la emancipación de las colonias americanas y era de esperarse que Inglaterra cambiara de actitud frente a los nuevos estados independientes, pero sucedió todo lo contrario, el imperio británico arremetió con más fuerza en contra de las repúblicas americanas, especialmente contra Colombia a quien amenazo abiertamente con apoderarse de la Mosquitia.

Las agresiones británicas hicieron abandonar por completo la “luna de miel” que Colombia había tenido con Inglaterra durante los primeros tiempos de su vida independiente. Una amistad sostenida durante tanto tiempo comenzó a desaparecer y a tener que pensar en otras ideas para defender lo que era de ellos.

La ayuda de los Estados Unidos para defender el istmo se hizo imperiosa, para ello se celebró uno de los tratados más controvertidos de la historia diplomática colombiana: el Mallarino – Bidlack de 1846. Para atraer a los Estados Unidos se utilizó el tema de los “derechos diferenciales”. El gobierno del general Mosquera con su secretario de hacienda a la cabeza, Florentino González, abandonaron la política proteccionista y de esta forma entramos en una época abiertamente librecambista.

Ahora se hacía realidad el esfuerzo desplegado por los representantes norteamericanos, Thomas H. Moore, Roberto McAffee, Santiago Sample y William Bladford, pero sobre todo, con la llegada a Bogotá de Benjamín A. Bidiack y la firma de un tratado con el plenipotenciario colombiano, Manuel Mallarino el 6 de diciembre de 1846, este trabajo fue y sigue siendo uno de los más controvertidos de la historia diplomática colombiana, fue anticipado no solo desde el punto de vista de sus cláusulas comerciales, sino también en el ámbito político; ya que en lugar de proteger la neutralidad en el istmo de Panamá y mantener la propiedad y soberanía colombianas, los Estados Unidos aplicaron el tratado en su exclusivo beneficio, de todas formas éste fue el resultado de la situación en que el imperio británico colocó a Colombia, ya que al haberse apoderado Inglaterra de puntos estratégicos para la construcción del canal, como la costa Mosquitia, peligraba la integridad territorial de la Nueva Granada y pues Colombia para defenderla tuvo que acudir a la única potencia capaz de oponerse a los designios imperiales de Inglaterra en el Caribe: los Estados Unidos de América.

Por otra parte el triunfo de la diplomacia colombiana estuvo más en conseguir que los Estados Unidos e Inglaterra celebraran el 19 de abril de 1850 el tratado Clayton – Buhler, según éste, las partes se comprometían a no ejercer ningún predominio, fortificar o ejercer dominio alguno sobre La Mosquitia, Costa Rica, Nicaragua o cualquier otro lugar de América Central.

El tratado Clyton – Bulwer lograba un doble efecto, por un lado, Inglaterra tuvo que deponer sus pretensiones en el Caribe y por el otro, impedía a los Estados Unidos construir un canal interoceánico para su propia y exclusivo beneficio, puesto que la integridad territorial de Panamá se garantizó con el tratado Clayton – Bulwer y no con el Mallarino – Bidlack, pero desgraciadamente este instrumento representó apenas una tregua en la política internacional de los Estados Unidos, ya que una vez pudieran deshacerse de sus compromisos con Inglaterra, sustituyeron sus cláusulas por el tratado de Hay – Peucefote de 1901 y con su firma Colombia perdió a Panamá.

Desde el descubrimiento, Panamá se señalaba como la posible ruta interoceánica; pero en su lugar se aconsejo limpiar el río Chagres y construir un camino desde el punto en que deja de ser navegable hasta la ciudad de Panamá. El río Chagres se usó gradualmente para el transporte entre los dos mares y permaneció durante casi tres siglos como la única vía transcontinental en América.

Por lo menos hasta cuando fue construido el ferrocarril de Panamá durante muchos siglos la única vía interoceánica fue la navegación por el río Chagres y que ella se complementaba con caminos hasta llegar al mar, pero el viaje estaba lleno de peligros y era imperioso sustituirlo por un medio de transporte más cómodo y rápido. Para ello se pensó primero en el ferrocarril y luego en el transporte marítimo por un canal.

Ante la carencia de recursos financieros, Colombia acudió a las naciones más prósperas del mundo a fin de lograr los fondos necesarios para la construcción del ferrocarril, pero la vía férrea no entusiasmo por igual a todos los estados. Inglaterra rechazó el proyecto ante la magnitud de la obra y Francia por el contrario, celebró un contrato con Colombia para establecer la comunicación férrea. En 1847 el señor Mateo Klein suscribe el contrato en representación de un grupo de banqueros y comerciantes e su mayoría de nacionalidad francesa, pero el contratista no logra conseguir en Francia el capital necesario para la empresa y la concesión caduca al año siguiente.

La obra comienza a ejecutarse hasta 1850 cuando se celebró el contrato Stephens – Paredes, un acontecimiento precipitó su culminación, el descubrimiento de oro en California, ahora el ferrocarril se hace indispensable para trasladar a los miles de inmigrantes que van detrás del preciado metal, la obra tenía que terminarse en seis meses y así se hizo.

El ferrocarril fue recibido con gran júbilo y pronto la empresa manejada por “La Panamá Rail Road Company” se convirtió en el negocio más próspero del mundo. Por otro lado al estar próximos los primeros 20 años, previstos en la concesión, se pensó que el país haría uso del derecho de reversión del ferrocarril, pero la situación fiscal de Colombia era tan angustiosa que no alcanzaba siguiera para pagar los cinco millones previstos para adquirirlo. “La Panamá Rail Roud Company” conocedora de la situación, logró por intermedio de un ingeniero de apellido Toten, renovar a partir de 1867 el privilegio por 99 años, a cambio la compañía norteamericana pagaría a Colombia un millón de dólares tan pronto el negocio fuera aprobado por el Congreso y luego se cancelaría una anualidad de 250 mil dólares.

De esta manera el país renunciaba, por el pago de una suma insignificante, a nacionalizar una obra de interés vital y dejaba por dentro al enemigo, que habría de colaborar más tarde con la separación de Panamá.

Colombia siempre estuvo consciente del valor estratégico y geográfico que representaba para la humanidad el istmo de Panamá. Sin egoísmos invitó a las más poderosas naciones del mundo para que acometieran primero la empresa del ferrocarril y luego la del canal interoceánico. A cambio de recursos financieros, Colombia ofreció uno de los tesoros más preciados del mundo: la comunicación de dos océanos.

En 1869 se inician las primeras conversaciones entre Colombia y los Estados Unidos para la celebración de un tratado que garantizará la construcción del canal por Panamá. Pero pronto, se pusieron en evidencia las diferencias que separaban a uno y otro gobierno. Mientras Colombia exigía una garantía sobre la neutralidad y la soberanía colombiana en el istmo, los Estados Unidos pretendían construir un canal con la mayor libertad posible. Ante el fracaso de los tratados suscritos con los Estados Unidos (1869 y 1870), el Congreso colombiano autorizó al ejecutivo (Ley 33 de 1876) negociar la apertura del canal.

De Norteamérica se pasa a Francia y aparece entonces en escena la “Compañía Universal del Canal”, sin embargo antes de comenzar a funcionar se constituye una sociedad precedida por el general austriaco, Etienne Turr, con quien Colombia celebra un contrato para la apertura del Canal. La obra no se llevó a cabo pero el contrato sirvió de base para el que se celebró con M. Lucien Bonaparte Wyse (1878), en el que se concedía un privilegio exclusivo por 99 años para construir un canal interoceánico en terreno colombiano.

Se decretó la disolución y liquidación de la “Compañía Universal”, la situación era crítica para Colombia y se requería por consiguiente de una política audaz para el futuro del Canal. Tres alternativas sugería al Congreso (1890) el entonces ministro de relaciones exteriores de Colombia, Antonio Roldán:

· Prorrogar el privilegio de acuerdo con el contrato de 1878.

· Esperar la caducidad del privilegio y promover la formación de una nueva compañía.

· Prescindir del canal una vez haya caducado el privilegio.

El parlamento resolvió sin embargo, prorrogar la concesión por 10 años modificando el contrato de 1878 y sobre la base de organizar una nueva compañía con capital suficiente para reanudar los trabajos de excavación. Esta debía comenzaría a más tardar el 28 de febrero de 1893. Según la Ley 107 de 1890, a la nueva compañía debía traspasarse todo el activo social de la empresa en liquidación.

Finalmente, en desarrollo del último plazo concedido se constituyó en París (22 de octubre de 1894) la “Nueva Compañía del Canal”. A pesar de que en desarrollo del contrato original aprobado por la Ley 107 de 1890 “La Nueva Compañía del Canal” había concentrado esfuerzos “en el corte del cerro de Culebras” (mayor dificultad de la obra), el canal no se terminaba y Colombia veía con angustia la expiración del privilegio concedido por 10 años que se vencían en 1904.

La última compañía hizo gestiones desesperadas para lograr apoyo financiero de gobiernos europeos como Inglaterra, Rusia y la misma Francia, pero fue ante la negativa de estos gobiernos que se acudía a los Estados Unidos de América, naturalmente la joven nación anglosajona recibió con entusiasmo la propuesta, pero no para contribuir en la obra en forma altruista y desinteresada sino para construir un “canal americano bajo el control de los Estados Unidos”. Dentro de esta política sus miras estaban puestas en el istmo de Panamá y para ello era necesario ir preparando el terreno. Por un lado el ejecutivo pidió autorización al Congreso para explorar las posibilidades en la construcción del canal y por el otro, inició una activa gestión diplomática encaminada a lograr la concreción de tratados internacionales. En sus cláusulas debía garantizarse a los Estados Unidos un verdadero predominio y control en la construcción del canal.

El gobierno estadounidense creó una “comisión técnica” (durante la presencia del general Walker) encargada de terminar la ruta más práctica y factible. En 1900 “la comisión” emite un concepto favorable a la ruta de Panamá. Es infame conceptúa que ésta es la más corta y barata y que requiere menos excusas y curvas para atravesarla. A pesar de esto, muchos factores se confabularon en contra de la ruta de Panamá. Antes había que vencer varios obstáculos, uno de ellos era el tratado Clayton – Bulwer de 1850, suscrito con Inglaterra el cual impedía a los Estados Unidos construir el Canal a su antojo y beneficio, entonces el presidente Mc Kinley acredita a su secretario de Estado, John Hay, para entrar en conversaciones con el embajador Pauncefote para derogar el tratado Clayton – Bulwer y reemplazarlo por uno más favorable a los intereses norteamericanos, Inglaterra por lo tanto sabía que necesitaba de la amistad y también de la alianza con los Estados Unidos y de esta forma el 5 de febrero de 1900 está nación suscribió con Inglaterra el primer tratado Hay – Pauncefote, de acuerdo con sus cláusulas el canal podía ser construido bajo el auspicio exclusivo de Estados Unidos, más adelante se dan algunos inconvenientes con este tratado con lo cual Inglaterra no está de acuerdo y esta nación rechazó el tratado y prefirió conservar sin modificación el Clayton – Bulwer de 1850.

Estados Unidos, sin embargo logra su propósito poco tiempo después: el 18 de noviembre de 1901 suscribe con Inglaterra el segundo tratado Hay – Pauncefote y entonces por medio de éste, Estado Unidos es autorizado a construir un canal con sus auspicios y se respetan las disposiciones sobre neutralidad, previstas en la convención de Constantinopla. Sin embargo, fueron tantas las modificaciones introducidas al tratado que los Estados Unidos quedaron en libertad de aplicar las leyes de neutralidad y fortificar militarmente al canal a su antojo, de esta forma Estados Unidos quedó libre para construir su canal interoceánico.

En reemplazo del plenipotenciario y ministro de relaciones exteriores Martínez Silva, el presidente Miguel Abadía Méndez, nombró al doctor José Vicente Concha, éste al llegar a Washington se encontró con que el proyecto presentado por su antecesor estaba en manos de la “Comisión Ístmica” y de la “Secretaria de Estado”.

El nuevo plenipotenciario consideró que ese instrumento no concordaba con el pensamiento colombiano y por ello resolvió someter otro proyecto, el tratado que se le propuso entonces luego al Secretario de Estado era ciertamente más elaborado que el de Martínez Silva, se aceptaba el establecimiento de la policía y jurisdicción norteamericana en la zona del canal (que se dejaba ahora a Colombia) y el monto de la indemnización de seis millones de dólares, mientras que en el proyecto de Concha se estipulaban siete millones de dólares de contado y una anualidad a fijar posteriormente.

Entre tanto el gobierno enviaba al doctor Concha a un nuevo proyecto de tratado para someterlo a consideración del gobierno norteamericano, pero ya era demasiado tarde, el proyecto de nuestro ministro plenipotenciario estaba en manos de la Secretaría de Estado, ante estas inconsistencias de la política colombiana, el doctor Concha manifestó a su gobierno el deseo de retirarse del cargo, pero éste no le aceptó la renuncia.

Después de esto el proyecto del doctor Concha comenzó “a ser estudiado por el gobierno y el congreso norteamericano. Hasta ese momento todo parecía favorable, pero un acontecimiento vino a entorpecer nuevamente las negociaciones y así mismo producir el retiro definitivo del doctor Concha.

A raíz de uno de los tantos pedidos que hizo Colombia a los Estados Unidos para garantizar el libre tránsito por el istmo de Panamá durante la guerra de los Mil Días (septiembre de 1902), las fuerzas norteamericanas, violando el tratado de 1846, cometían toda clase de atropellos contra la soberanía y dignidad de Colombia, desarmaron a los soldados colombianos, estorbaron el desembarco de nuevos contingentes e impidieron que la compañía del ferrocarril de Panamá transportar, como estaban obligados, las tropas del gobierno nacional.

Estos acontecimientos llenaron de indignación al doctor Concha y en la primera oportunidad manifestó al Secretario de Estado que, aunque tenía instrucciones para concretar el tratado sobre el canal, se abstenía de hacerlo por lo sucedido en Panamá, entre tanto, el gobierno colombiano envió a su diplomático instrucciones para que no firmara esta nueva orden, pero pasó lo mismo que en el caso de la misión del doctor Concha, las instrucciones de la Cancillería llegaban demasiado tarde.

El tratado Herrán – Hay se consideró desde un principio como una verdadera claudicación del país frente a los Estados Unidos, se aceptaron otras cláusulas más perjudiciales para los intereses nacionales. Los Estados Unidos tenían derecho a adquirir los privilegios de la Nueva Compañía del Canal y del Ferrocarril, excavar, construir y proteger el canal de Panamá y gozar de una zona de terreno de cinco kilómetros a lado y lado de la vía que se iba a construir, éstas eran cláusulas que beneficiaban solamente a los norteamericanos.

El Congreso era soberano para variar el tratado y, por su parte, el parlamento en acto de verdadero orgullo nacional negó por unanimidad el tratado Herrán – Hay, hasta el punto de que ni siquiera se incluyó la declaración amistosa que hiciera los Estados Unidos que figuraba en el proyecto original de Miguel Antonio Caro.

La no aprobación del tratado Herrán – Hay produjo desconcierto y hasta irritación en ciertos sectores de la opinión pública norteamericana y panameña, entonces los Estados Unidos comenzaron a ejecutar la idea de apropiarse, directamente y sin intermediarios del istmo de Panamá.

Por otra parte se comenzó a especular sobre un movimiento separatista en Panamá, lo cual beneficiaba a los norteamericanos.

Y efectivamente las suposiciones eran correctas, un grupo de panameños asesorados por varios especuladores extranjeros comenzaban a “fraguar secretamente los planes cesionistas”, su misión era manifestarle la posibilidad de una revolución separatista y sugerirle a los Estados Unidos reconocer inmediatamente la nueva república.

El gobierno colombiano mientras tanto carecía de información sobre lo que acontecía en Panamá. Pero intuyendo que algo malo sucedía envió al batallón “Tiradores” con 400 hombres al mando de los generales Juan B Tovar y Ramón G. Amaya, el batallón debía dirigirse de Bogotá a Colón y reforzar la guarnición que estaba en Panamá bajo las órdenes del general Esteban Huertas. Debido a que la orden impartida al Nashville llegó tarde, pudieron desembarcar las tropas colombianas en Panamá el 3 de noviembre de 1903, que fue el día previsto para la independencia panameña.

La llegada de las tropas colombianas precipitaron los acontecimientos separatistas. El general Huertas que estaba conspirando en contra de Colombia, luego de permitir que los generales visitantes inspeccionaran las tropas, ordenó su arresto y como Judas recibió 25.000 dólares por la entrega.

La noticia del arresto de los generales colombianos se propagó con la rapidez de un voraz incendio y pronto la ciudad estalló en motines callejeros, los conspiradores salieron de sus escondites y se izó la bandera de la nueva república. Por su parte Estados Unidos cumplió con su promesa y 48 horas después de producirse la revuelta notificaba a Colombia el reconocimiento de la nueva república.

La indignación ante los hechos de Panamá no tuvo límite. El gobierno lanzó un llamado a todos los colombianos sin distingos políticos para impedir la desmembración definitiva del territorio nacional, pero ya era demasiado tarde.

Tampoco fueron exitosas sus gestiones posteriores para lograr que las naciones europeas y americanas se abstuvieran de reconocer la independencia de Panamá, de manera que también internacionalmente quedaba sellada definitivamente la separación.

Por último el 18 de noviembre de 1903 suscribía con el secretario Hay el nuevo tratado para el canal (tratado Hay – Bureau Varilla). En él se convenía que los Estados Unidos garantizarían la independencia de Panamá a cambio de una zona de 10 millas a perpetuidad para la construcción del canal mediante el pago de una indemnización de 10 millones de dólares y una renta anual de 250.000.

Luego más adelante se firma el tratado Urrutia – Thomson en 1914 con los Estados Unidos y éste se refiere a los arreglos logrados posteriormente entre dos países, pero la separación de Panamá quedó irrevocablemente consumada el 3 de noviembre de 1903.

2. PROPÓSITO DEL LIBRO

El propósito del autor de este libro, Enrique Gaviria Liévano, fue dar a conocer la historia de nuestro país con respecto al istmo de Panamá, el cual nos pertenecía. Lo que se quiere con esta obra es que los colombianos la leamos y nos demos cuenta cómo nos fue robada Panamá gracias a los Estados Unidos, así mismo cuáles fueron todos los acontecimientos que surgieron alrededor de esta separación.

Por otra parte que nos percatemos de la inmensa riqueza que teníamos con este istmo, que en estos momentos sería nuestro, pero por ser buena gente, por no ser envidiosos invitamos a esta potencia a hacer parte de la construcción del canal que se tenía planeado, claro lo tuvimos que hacer por falta de recursos, pero realmente el gobierno colombiano le faltó más gestión para no haber permitido semejante arbitrariedad que cometieron con Colombia los norteamericanos.

Los principales temas de este libro son: los antecedentes históricos de Panamá, la disputa de las potencias por el istmo de Panamá; la protección del istmo de Panamá y el tratado de 1846, la política colombiana y la vía interoceánica de Panamá, el canal de Panamá y la Compañía Universal, la política norteamericana y la separación de Panamá.

4. CONCLUSIONES

· Con este libro el autor sí logra su propósito, que es hacer caer en cuenta al lector en este caso yo, de la injusticia tan grande que se cometió con Colombia. Me pareció muy interesante el libro, pues habla a fondo de lo que sucedió realmente con el istmo de Panamá, de todas las estrategias que utilizo Estados Unidos para lograr su propósito, así mismo de las conspiraciones en contra de nuestro país para dejarnos con las manos vacías.

· Realmente da tristeza el saber que perdimos un gran tesoro y que Estados Unidos nos vio la cara de bobos y que una vez más esta potencia hizo lo que quiso y se apropiara de terrenos que no le pertenecian, en este caso Panamá. Colombia fue muy ingenuo al pensar en la ayuda desinteresada de Estados Unidos, de verdad pienso que el gobierno colombiano en ese entonces se dejó dormir en los laureles y no tomó medidas estrictas para prevenir la separación del istmo, Colombia nunca debió confiar en Estados Unidos, ni haber permitido la firma del tratado que nos quitó a Panamá. Creo que esta experiencia le quedará de escarmiento a Colombia para en un futuro no hacer tratos con esta potencia, o por lo menos acuerdos que nos perjudiquen de esta forma.

· Es obvio que los Estados Unidos siempre nos van a rodear por ser nosotros un país subdesarrollado y ellos una potencia, sin embargo el gobierno tiene que aprender a ser más cauteloso y a no dejarse embaucar, porque lo que es nuestro debe permanecer así, nadie tiene derecho a quitárnoslo, falto en ese entonces una mano dura que hubiera puesto fin a semejante arbitrariedad.

BIBLIOGRAFÍA

GARVIRIA LIÉVANO, Enrique. Historia de Panamá y su separación de Colombia. Bogotá: Temis S. A., 1996.

LEMAITRE, Eduardo. Panamá y su separación de Colombia. Bogotá: Intermedio Editores, 2003.

WIKIPEDIA LA ENCICLOPEDIA. Separación de Panamá de Colombia. Disponible en: wikipedia.org/wiki/separación_de_panamá_de_colombia.