LA BATALLA DE AYACUCHO O BOLIVAR AL DESNUDO
Por Andrés Eduardo Barona
En la Pampa de la Quina, en el departamento de Ayacucho, un lugar descrito como “un área de suave declive que prolonga las faldas del cerro Condorcunca, montaña que se destaca en el Ande de esa región (…)” y que desciende “de las faldas de este cerro de este a oeste y continúa por la pampa, que tiene una longitud de 1.600 metros (…)” hasta llegar “al pueblo de artesanos de La Quinua, situado al término de la pendiente”, se desarrollaría la última gesta de la emancipación de los pueblos de América dónde los patriotas, en palabras de Simón Bolívar, recibirían el triunfo de su “admirable constancia”.
Pero más allá de los hechos puramente anecdóticos que rodearon este episodio de nuestra historia, vale la pena preguntarnos cómo hicieron los patriotas para ganar esta batalla, qué consecuencias trajo consigo para el posterior desenlace de la campaña Libertadora y el posterior desarrollo de los pueblos de la América Hispana, siempre marcados desde sus primeros años por las veleidades dictatoriales o mejor dicho caudillistas de Simón Bolívar. En efecto tal y como lo anotara Álvaro Vargas Llosa en su artículo El Caudillo, El Populismo y la Democracia, Bolívar “no comprendía que la mejor manera de evitar aquello que temía--el faccionalismo y la sublevación étnica y clasista contra la elite criolla--era el Estado de Derecho y no un caudillismo ilustrado y autoritario” . Esa creencia, propia de nuestras élites, todavía sobrevive en el imaginario colectivo de nuestros gobernantes, la mayoría de ellos, autoritarios. En este episodio, también se demuestra que, si bien Bolívar era un gran estratega, también era un dictador, o mejor dicho un político que pretendía concentrar todo el poder en sus manos, tal y como lo veremos más adelante.
Si bien en un principio el panorama no resultaba muy alentador para las tropas libertadoras pues éstas estaban conformadas por 6 000 efectivos bajo el mando de Antonio José de Sucre, mientras que por su lado, las Tropas Realistas contaban de 9 300 hombres dirigidos por José de la Serna , es decir, que en términos reales, las tropas realistas superaban en algo menos de un 50% a las comandadas por Sucre, éstas tenían de su lado "..El virrey la Serna sin comunicaciones directas con la Península, con las más melancólicas noticias del estado de la metrópoli...y reducido por lo tanto a sus propios y exclusivos recursos” . Por ende, en lo único que podía confiar era en “en la lealtad y en la fortuna de sus subordinados” . Fue la táctica y no la fuerza la que determinó al final el triunfo de la causa patriota, tal y como lo revelan el siguiente episodio: cuando Sucre intentó dividir al ejército patriota para perseguir al Virrey, Bolívar le dijo “ no creo conveniente la operación que usted me ha dicho en su oficio del 13 del corriente, en cifra. De las cosas más seguras la más segura es dudar. Si usted la ha ejecutado, habrá obrado en sentido opuesto a lo que tantas veces le he dicho: la unión hace la fuerza.” Esa y no otra, fue la clave para ganar la batalla. Con esto, pretendemos aunque sea en parte, contestar la primera inquietud que nos propusimos abarcar.
Pero para contestar el segundo interrogante, debemos decir que Bolívar creyó erróneamente que con esa batalla ya había terminado su labor emancipadora. En consecuencia, al mismo tiempo que procedió a constituir “un Congreso –el Congreso Antifónico de 1824- en el que estuvieran representadas las antiguas colonias de España que habían alcanzado su libertad, a fin de que como hermanas, en torno de una misma mesa, discutieran acerca de los asuntos que les concernían en el plano internacional” , también planeó “una guerra popular prolongada como freno eficaz a la intervención europea. Su estrategia era permitir la invasión, dejarlos entrar, cerrarles las salidas y los suministros en Cartagena y Puerto Cabello, y atacarlos por partes mediante la guerra de guerrillas. No dudó en que ésta sería una gran guerra mundial desatada por los tronos contra las nuevas repúblicas liberales. De un lado estarían la Santa Alianza y las monarquías europeas, y del otro, Inglaterra y la América entera” . Es decir que al mismo tiempo que pretendía la unión de los pueblos iberoamericanos, también buscaba a través de un ejército fuerte y bien organizado que le sirviera de asumir facultades dictatoriales durante los próximos años.
En conclusión, la batalla de Ayacucho fue el retrato de Simón Bolívar, un hombre que valiéndose de su tremendo genio militar y político, satisfizo sus deseos de poder y se abrogó a sí mismo el título de “Libertador”.