jueves, noviembre 20, 2008

El “sueño” peruano de San Martin - Estudio de fuentes

Por Juan Pablo Sierra Piñeros
“¡San Martin! A tu nombre se arrodilla de respeto mi voz, calla de pasmo su expresión es muy débil, muy sencilla para tu napoleónico entusiasmo. El sur te aclama, el godo se te humilla, en su boca no se oye ya el sarcasmo, ya no somos rebeldes o insurgentes gracias a tus victorias eminentes…” Cual belleza encumbra tales versos! Cual inspiración infunde tal composición! La realidad, vista desde los versos de Molina, no son más que la visión provinciana, americana, sencilla, pero deslumbrante de todo el proceso emancipador de las colonias españolas, homenajeando a sus Próceres, a sus Protectores, a los Libertadores del pueblo latinoamericano. Debemos hacer justicia a los hombres que con sus actos o ideas, cambiaron la historia de estas colonias españolas indefinidamente. San Martin, hace parte de tales hombres, es necesario, indiscutible conocer su historia para conocer nuestra realidad, y más aun la realidad de los pueblos que entrañaron de su ser la independencia… Es inevitable pensar, a partir de los planteamientos y de los hechos expuestos por Indalecio Liévano Aguirre, en su libro “Bolívar”, que la campaña militar expedicionaria del Perú encabezada por San Martin, podría entenderse como una “idea que mas que impensable era improbable (…) indescifrable, (…) afán por conquistar y dar independencia al Perú, aspirando siempre la implantación de una solución monárquica”, como lo considere y expuse anteriormente, pero antes de refutar o confirmar dicho cuestionamiento, es necesario adentrarnos y analizar minuciosamente los acontecimientos que hacen parte de tal hecho histórico, puntualizando en los distintos puntos de vista que existan al respecto, conforme a la idea de una construcción “subjetiva” de la visión independentista del Perú con San Martin. La situación que existía en el momento en que San Martin planeaba la expedición militar hacia el Perú, no podía ser peor. Alrededor de 1818, existían tanto en Argentina como en Chile, conflictos que intermediaban en la desaparición progresiva de los sueños independentistas del Perú. La situación que vivía Argentina era aun más grave que la de Chile. Se ha llamado -como común denominador- tal suceso histórico vivido en las Provincias Unidas como “El conflicto de las Montoneras y de los Porteños”, conflicto ideológico que viviría toda Latinoamérica en el transcurso del siglo. Después de su independencia, de la constitución de un Congreso con representación de todas las Provincias Unidas, se instauro un República Centralista, con capital en Buenos Aires, metrópoli que fue enérgicamente criticada con posterioridad. Las ideas monárquicas de San Martin se consideraron como sistema de gobierno argentino, pero el conflicto irremediable entre federalistas y centralistas no se hiso esperar. Como lo expresa claramente Edberto Oscar Acevedo en su libro “La Independencia de Argentina”, este republicanismo federal, no consistía en una anarquía, como lo querían mostrar los porteños, sino como una solución efectiva y real para participación de las provincias en el gobierno. El criterio opositor del centralismo, entendía y aludía la libertad y la soberanía, no en términos individuales, es decir, concretadas al individuo o al hombre, sino como libertad y soberanía para las provincias, el significado de los conceptos varia, pero el vocabulario permanece igual. El conflicto de las “Montoneras”, término que, entendiéndose literalmente, es contradictor, ya que los federalistas conservaban y mantenían una estabilidad, y un orden substancial en sus ideas y planteamientos (deduciendo en gran medida que dicho nombre fue establecido por la gran mayoría de personas, de campesinos e indios que seguían dicho pensamiento, como lo aclara Atilio García Mellid en “Montoneras y caudillos en la historia de Argentina”) debilito enormemente la metrópoli argentina, y con ello la posible ayuda que el Ejercito de los Andes podría brindarle. Los sucesos que se desprenderían de tal conflicto son dudosos. Algunos historiadores, como Galván Moreno , aseguran que ante la imposibilidad de la ayuda por parte de Argentina para tal expedición, y ante las vacilaciones y la tibieza del Director de Chile O`Higgins ante la propuesta, San Martin planteo y realizo una eficaz pero controvertida jugada, expresándole al Congreso de Chile, la necesidad por el urgente de ir con el Ejercito de los Andes a Argentina a sofocar las montoneras, como una orden inmediata del Director Pueyredon, orden que en realidad no iba a obedecer, ante las posibles deserciones que sufriría su ejército en las Provincias Unidas. Ante tal suceso, y viendo la necesidad de retener al ejercito de San Martin, O`Higgins cae en la trampa y propone al congreso un auxilio de 1.500 hombres y transporte para la expedición hacia el Perú. Otros autores como Eduardo García del Real, exponen que San Martin, al ser un hombre de tan honrosa obediencia, estaba dispuesto a llevar su ejército como lo demandaba el Gobierno argentino, pero se encontraba ante un conflicto entre dos posibilidades, u obedecer a dicho Gobierno, o seguir al Gobierno chileno en su afán por la expedición del Perú. Sea cual fuera la situación, está claro que San Martin opto por la ayuda del Gobierno chileno para su campaña militar hacia la Independencia del Perú. Superados tales inconvenientes, y con la expedición militar hacia el Perú casi terminada en su totalidad, O’Higgins nombra a San Martin como Brigadier General de los Ejércitos de Chile, debiendo por lo tanto San Martin renunciar a su mando en el ejercito de Argentina. Tal renuncia no fue aceptada por el Directo Rondeau; sucesor de Pueyredon, y por el contrario, se le ordeno a San Martin, cruzar los Andes y poner a disposición de la metrópoli su ejército para combatir en contra de las montoneras y los federalistas. Con la orden directa de acudir en ayuda de Buenos Aires, San Martin se encuentra nuevamente atrapado. Podía cumplir la orden y llegar a Buenos Aires, dejando atrás el sueño de la Independencia del Perú, o podía desobedecer tal orden y dirigirse a Valparaíso, donde lo esperaba el ejército libertador del Perú. Podemos observar la reacción de San Martin, como lo expone Indalecio Liévano Aguirre, que, después de la orden de Rondeau, pretextando un ataque de reuma, se dirigió a Chile a los baños termales de Caquenes. Dicha reuma no ha podido ser confirmada, algunos aseguran la verdad de los padecimientos de San Martin, gracias al clima de los Andes y a su edad, pero otros, como Galván Moreno, aseguran que San Martin con dicha excusa, decide independizarse del Gobierno argentino, para realizar su gran obra en el Perú. Lo cierto es que Moreno asegura que en carta de San Martin dirigida a su gran amigo O`Higgins, escribe “Se va a descargar sobre mí la tremenda responsabilidad”, fue la expresión de aquella confidencia” , pero al revisar detenidamente el Archivo de Don Bernando O`Higgins, aparece una carta de dicho día (9 de Noviembre de 1819) respondida por el mismo para San Martin, donde no menciona en ningún segmento de la carta, la determinación de San Martin de independizarse o su desobediencia, y por el contrario, parece preocupado por “su estado de salud tan inestable” y le aconseja ir a los baños de Caquenes, para el beneficio de su salud. San Martin se dirigiría finalmente a tales baños, y Buenos Aires, la capital de Argentina, caería en manos de las “montoneras”, desapareciendo todo poder central de dicha ciudad. Bajo tal suceso, ocurrió la famosa “Desobediencia de San Martin” para con el Gobierno argentino. En tal aspecto, Carlos Villanueva en “La Monarquía en América. Bolívar y San Martin” expone claramente que “el ejercito de los andes no estaba sin gobierno (como lo insinuaba San Martin), porque si había desaparecido el Gobierno de Rondeau, otro, nacional, lo reemplazo; y dependiendo de el quedo y a su servicio debió quedar aquel ejercito y su general…” Bajo tal afirmación, puede ser un hecho histórico pensar que San Martin era un insurrecto en territorio extranjero, por lo que para salvaguardarse, renuncia a su mando del ejército en una reunión de oficiales efectuada en Racancagua el 2 de abril de 1820, resultando las cosas como el mismo las esperaba, concediéndole y ratificando el mando de Jefe del ejercito por parte de sus generales. Bajo el mismo suceso, Eduardo García del Real, asegura que, la obediencia de San Martin, era por el contrario relativa, pero existente. San Martin consideraba como única corporación o institución a la cual debía obediencia el Cabildo de Buenos Aires, y al contrario de la afirmación de muchos autores como Villanueva, San Martin no desobedeció, sino que no encontró institución a quien obedecer, ante la desaparición del Cabildo de Buenos Aires y del Congreso de Argentina, al igual que otra cualquiera que lo ligara a las Provincias Unidas, bajo este aspecto el promete completa obediencia al Poder Supremo de Argentina en cuanto se establezca y exista. Bajo el Acta de Racancagua se le confiere a San Martin el mando del ejército, dado por sus propios generales, circunstancia por la cual surgiría una gran consecuencia: San Martin, al obtener su poder del mismo ejército, queda sometido moralmente con dicho ejército, y podía ser depuesto por el mismo. Bajo este sometimiento fracasaría su gloria en el Perú… Vencidos todos los obstáculos (“La desobediencia de San Martin” y al Acta de Racancagua), el Gobierno de Chile nombra a San Martin como “General en Jefe del Ejercito Expedicionario del Perú”, y se dirige, junto con O`Higgins a Valparaíso para transportar por vía marítima el ejército del General. Hay varias cifras con respecto al total del Ejercito Expedicionario del Perú, mientras algunos aseguran que la cifra rodeaba los 4.430 hombre, 2.313 hombres del Ejército de los Andes (Argentinos) y 1.805 del Ejército de Chile, con 31 piezas de batalla y montaña y equipo y vestuario para 15.000 hombres , una carta enviada por O`Higgins al Gobernador de Cuyo anuncia la partida de la Expedición Libertadora del Perú, con cerca de 6.500 hombres . La cifra no es del todo clara, pero gran parte de los autores hablan de un total de entre 4.500 hasta 6.500 hombres, transportados por 16 buques de transporte y ocho naves de guerra. Finalmente empieza la expedición hacia el Perú… San Martin desembarca en la Playa de Paracas, situada a 280 kilómetros al sur de Lima. Al día siguiente, desplazando una división completa en cabeza del General Las Heras se introduce por las costas peruanas, sin que las tropas enemigas hicieran resistencia alguna, ya que el encargado de cubrir Pisco y sus valles para las fuerzas realistas, el General Quimper, al ver el desembarco y al mismo General La Heras, se retira con sus guarnición hasta Ica, por lo que el Ejercito Expedicionario del Perú establecerá su cuartel general en Pisco, debido a tres grandes razones: La primera; con el fin de apoderarse de un gran número de esclavos en la zona, con el objetivo de aumentar el ejército- lo cual efectivamente hizo, al reunir 800 esclavos durante su permanencia en Pisco-, la segunda; con el fin de fraccionar y establecer una división a cargo del General Don Juan Antonio Álvarez de Arenales para que, desplazándose por la sierra, permitiera la insurrección del gran numero de provincias, y junto con el resto del ejercito por el norte, juntarían operaciones, y tercera; para bloquear y mantener un asedio constante sobre Lima, debilitando sus defensas, limitando sus víveres y bloqueando sus comunicaciones. Como lo resume perfectamente Carlos Cortes V, en “Participación de Colombia en la Libertad del Perú”, “plan que consistía en fomentar la revolución en los territorios ocupados para engrosar su ejército y bloquear a Lima” . Mientras San Martin entraba en el Perú, el virrey Pezuela organizaba y dividía su ejército a lo largo del territorio. El Ejercito Realista estaba divido en tres grandes agrupaciones: Lima, Arequipa y Alto Perú, desplegándose a lo largo del territorio en escalones y esperando al invasor (El virrey Pezuela, y posteriormente el virrey Laserna mantendrían una posición defensiva con respecto a las Fuerzas Expedicionarias del Perú de San Martin). Ya con el desembarco del Ejercito Liberador del Perú, se unieron a la causa independentista los pueblos de Guamaya hasta Guayaquil (este último, considerado como la piedra de la discordia que posteriormente disolvería la unión entre los Generales San Martin y Bolívar, según algunos autores). Encontramos, en este punto, una diferencia sustancial de posiciones respecto del plan de batalla que siguió San Martin en el Perú. Mientras autores como Anjel Moreno Guevara afirma que el plan de batalla de San Martin era ofensivo, ya que procuraba la Independencia del Perú, encontramos otros autores como el mismo Eduardo García del Real o J. A. Cova en “San Martin. Aníbal de los Andes”, que exponen la lentitud, tranquilidad y pausalidad con que actuó San Martin en dicha expedición, evitando a toda costa enfrentamientos y renegociando en más de una ocasión una “solución diplomática”. Solución diplomática que no se hizo esperar, ya que después del desembarco en Paracas, y establecido el cuartel general en Pisco, el virrey Pezuela (que acababa acatar la Constitución de 1812, una constitución monárquica en España), se preparaba a enviar emisarios a Chile y Argentina, pero ante el desembarco de San Martin, decide reunirse con él, enviando en su nombre al Conde Villar de Fuente, y a Don Dionisio Capaz, mientras que San Martin, por su parte, nombra a Tomas Guido y a Don Juan García del Rio como sus representantes. La reunión tuvo lugar en Miraflores, villa situada en los alrededores de Lima. Al respecto, José Pacifico Otero, en “Historia del Libertador Don José de San Martin”, asegura que dicha entrevista fue aceptada por San Martin “aun cuando supiese de antemano que la concordia no era en modo alguno posible” , es decir, que al contrario de varios autores, afirma que San Martin nunca pensó en retrasar la guerra, sino, activarla en cuanto se pudiera de acuerdo con las circunstancias. Asegura que fue una “estrategia militar clave” para San Martin, ya que a través de dicha entrevista los emisarios del Libertador, pudieron recoger información útil para él, como el estado de Lima, situación del ejercito, conocer el limite a que estaba dispuesto a extenderse el gobierno de Lima de las actuales circunstancias, etc. ¿Qué sucedió en Miraflores? Como primera medida, se negocio un Armisticio, suspendiendo todo acto de hostilidad por mar y por tierra entre ambas partes, suspensión que duro, desde la instalación de dicha entrevista en el 26 de Septiembre de 1820, hasta ocho días después (4 de Octubre). Se pretendió en dicha reunión la solución del conflicto entre los realistas y los patriotas, pero debido a la diferencia y separación de sus ideas, a sus propias razones, así como a la representación de cada miembro dentro de la Conferencia, no prospero dicha reunión. Los realistas proponían que tanto el pueblo de Chile, como el de Argentina, y el mismo Perú, juraran y aceptaran la Constitución de la Monarquía Española, y que a la vez, enviaran a sus diputados al Soberano Congreso, reconociendo por las Cortes, todos los derechos y prerogativas que tenían, mientras los patriotas no podían entrar a negociar si no era en base a la Independencia del Perú, “no sería difícil encontrar en los principios de equidad y justicia la coronación en América de un Príncipe de la casa reinante de España…” Como se ve claramente en la “Colección de los Principales Documentos de la Guerra de la Independencia del Perú y de los Cantos de Victoria y Poemas relativas a ella”, se observa que ninguna de las partes estaba autorizada a negociar en base a otra propuesta que la dada por San Martin o por el virrey Pezuela. (Los patriotas no podían entrar a negociar bajo la base del juramento de la Constitución de la Monarquía Española, mientras que los Realistas no podían negociar bajo la base de la Independencia Peruana). Fracasada la Conferencia de Miraflores, las hostilidades volvieron a iniciar. San Martin despliega a Arenales y a su división, que eran según Anjel Moreno Guevara, aproximadamente 1.138 hombres, con objetivos e instrucciones exactas, a saber; Primero, tenía la Facultad de nombrar autoridades afines al objetivo independentista en los pueblos ocupados, Segundo, debía a su paso por Ica, atacar a las fuerzas enemigas, y Tercero, debía internarse en la Sierra para penetrar en Huancavelica y pasar por Jauja, donde debía fijar su cuartel general, con el objetivo de bloquear las comunicaciones con Lima y fomentar la revolución en aquellas provincias. Arenales se adentra en la sierra, y ocupa el 6 de Octubre la ciudad de Ica, donde el adversario lejos de oponerse, cambia de bando hacia los patriotas (Un ejemplo conocido de dicha paso del enemigo a las fuerzas Patrióticas fue el Batallón Numancia, integrado en su mayoría por colombianos). Dentro de la sierra, Arenales también adquiere para la causa libertadora las ciudades de Acari y Nazca, fomentando cada vez más la revolución. Finalmente derrota en Pasco al ejército español comandado por O`Reilly, después de haber vencido al General Quintana en la ciudad de Huamanga. Gracias a los resultados por la sierra y por el norte (“San Martin se había desplazado reembarcando el ejercito el 25 de Octubre, y desembarcándolo nuevamente hasta el puerto de Arcón, en Huacho a 150 kilómetros del norte de Lima, para establecer su cuartel en Huara” ), el virrey Pezuela, preocupado por la suerte de la capital, ordena a las tropas del Alto Perú al igual que las de Cuzco crear una guarnición lo suficientemente fuerte para detener y derrotar al Ejercito Libertador. Hasta esta fecha las fuerzas de San Martin era de aproximadamente 6.500 hombres según Carlos Cortes V.. Ante la pasibilidad y falta de ataque por parte del virrey Pezuela, el 29 de enero de 1821, los jefes realistas firmaran un acta, pidiendo al virrey abdicase el mando en el General Laserna, entregándolo, ya que, como el mismo lo contaría después en su Manifiesto cualquier tentativa de resistencia suscitaría inevitablemente una guerra civil, que contribuiría únicamente a las fuerzas invasoras de San Martin. El nuevo virrey Laserna, se reuniría en Punchauca (a 25 kilómetros de Lima) con San Martin en la famosa Conferencia de dicho nombre, que duraría hasta el 2 de junio. Desde el comienzo de dicha entrevista, se observaron los mismos problemas que en la Conferencia de Miraflores, ya que ningún de los dos, podía negociar bajo la base ni de la Independencia del Perú ni de el juramento de la Constitución Monárquica de España. Ante tales dificultades, San Martin propone, magistralmente para algunos autores, como García del Real, que se proclamase la independencia de España, formando una regencia que tuviera como Presidente al virrey Laserna y una persona escogida de cada bando, mientras se enviaría una comisión a Europa para arreglar la venida de un Príncipe de la casa reinante de España. Laserna se retira para estudiar dicha propuesta con sus generales, contestando a los dos días la negativa de la misma, aceptada por los Generales Canterac y por el mismo virrey, pero rechazadas de plano por el resto del ejército español. Al terminar dicha conferencia, el armisticio también concluyo. Pero, ambas fuerzas evitaron cualquier enfrentamiento, ya que intervino un nuevo factor; la fiebre amarilla. Ambos ejércitos alcanzaron a tener más del 80% de sus fuerzas bajo los ataques de dicha enfermedad. (3.000 soldados españoles y patriotas). Encontramos en los sucesos siguientes, gran diferencia entre la visión de Indalecio Liévano sobre la “Entrada de San Martin a Lima” con respecto a la gran mayoría de autores. Ante el fracaso de dicha conferencia, y agracias al gran número de soldados afectados por la fiebre amarilla, y agobiados ante la falta de alimentos, Laserna decide abandonar Lima, y adentrarse en la serranía uniéndose con el ejercito de Canterac. Antes de abandonar la capital, el virrey escribiría al pueblo de Lima, una carta explicando las razones de su “huida”, entendiéndola como una necesidad de fortificar el Alto Perú, y todas las fuerzas realistas, pero prometiendo volver para proteger la Fortificación del Callao y al pueblo de Lima (Confiando la defensa del Callao al General José La Mar). Escribiría también a San Martin, haciéndolo directo responsable de lo que pueda pasar. Los sucesos siguientes a la salida de Laserna de Lima son predecibles, como lo expresaría Carlos A. Ferro “Finalmente el virrey busco refugio en el puerto del Callao, delegando el mando en el Márquez de Montemira. El Cabildo estimo que solo la entrada de San Martin podría impedir males mayores a la capital y el jefe revolucionario, sin haber librado ninguna batalla formal, hizo su entrada en la Ciudad de los Reyes el 9 de julio de 1821.” Dichos sucesos, rayan en lo incompatible con la posición de Liévano Aguirre en su libro “Bolívar”, ya que la entrada de San Martin a Lima, no era incluso la del héroe victorioso, como lo muestran la mayoría de los autores, sino como un hombre sin victoria, con un profundo miedo a la derrota, entrando a la capital del virreinato la cual no pertenecía a su causa. Con la entrada de San Martin a Lima, era cuestión de tiempo que el General proclamara la independencia del Perú, y en efecto, el 28 de Julio de 1821, San Martin congregaría a todas las autoridades en la Plaza de Armas de Lima para proclamar y jurar la Independencia del Perú con las siguientes palabras: El Perú es desde este momento libre e independiente por la voluntad de los pueblos y por la justicia de su causa que Dios defiende. ¡Viva la patria! ¡Viva la libertad! ¡Viva la Independencia! Pero lejos de estar victorioso, Perú no estaba aun libre, las fuerzas de Canterac y Laserna en la serranía crecían gradualmente, y cuando San Martin debía implacablemente acabar con las fuerzas realistas, espero… y el tiempo solo demostró que aquella actitud lo condenaría al fin de su sueño… Dos grandes errores marcaron el subsiguiente futuro de San Martin en la Independencia del Perú, las órdenes dadas a Arenales en la serranía, y la falta de unión que existía en esos momentos en el ejército Libertador. Arenales, que se encontraba en los momentos en que San Martin entraba triunfante a Lima, en Jauja, tuvo noticias del movimiento del Ejército de Canterac hacia los pueblos de Huancavelica y Huancayo, enterándose también del movimiento que haría Laserna para huir de Lima hacia la serranía. En esos momentos, las fuerzas totales de Arenales, ascendían a los 4,300 hombres, y dispuesto a luchar contra las fuerzas de Canterac en la Sierra, escribiría a San Martin, asegurándole que el éxito de la Independencia del Perú, se lograría en la sierra, debiendo combatirlos antes de que pudieran recuperar fuerzas (cosa que efectivamente hicieron). San Martin, contradiciendo el consejo de Arenales, le ordena la retirada de la sierra, para reubicarse con el ejército del norte en Lima. Arenales, reiteraría nuevamente su consejo, no habrá mejor momento, para atestar un golpe tan contundente a las fuerzas realistas, pero San Martin, en su afán, por proteger y fortalecer a Lima, le ordena a Arenales retirarse de la sierra y ubicarse en la capital. Arenales efectivamente, siguiendo las órdenes del Libertador, se reúne con el ejercito del norte en Lima, con apenas 2.000 hombres (los demás fueron progresivamente desertando). El otro problema, que cobraría la cabeza de San Martin como Jefe del Ejercito Libertador, fueron los rumores de conspiración que existía en el momento de la entrada de Lima entre todos los jefes del ejército, conspiración para destituirlo. San Martin al enterarse, y obrando con rapidez logro deponer varios generales como Las Heras, mientras que otros presentaron sus renuncias, pero aquella semilla de de inconformidad, crecería, dando como resultado la inestabilidad del ejercito en el momento en que San Martin se dirigiría a Guayaquil a entrevistarse con Simón Bolívar. Como lo prometió Laserna, y en contra de todos los consejos de sus Generales, ordeno al General Canterac marchar con un destacamento hacia la Fortaleza del Callao, para retirar la guarnición y armamento, entregándole al general, la gran mayoría de las fuerzas realistas (aproximadamente 3.4000 hombres), mientras Laserna permanecía con aproximadamente 1.000 hombres únicamente. Canterac, salió de Jauja el 25 de Agosto, dividiendo sus fuerzas en dos en la cordillera por Santiago de Tuna, una fracción en manos del General Loriga y otras en a su mando, debiéndose reunir en Cieneguilla, en la desembocadura del rio Lurín. Mientras se desplazaban rumbo a la Fortificación del Callao, San Martin preparaba la defensa de Lima en el sur de la capital, al lado del rio Surco, mientras el General La Heras, que al verse amenazado por las fuerzas realistas de Canterac se desplazo más hacia el sur, dándole vía libre a la Fortaleza, sin embargo, ambos ejércitos, el realista y el patriótico, no pasaron a la ofensiva. Canterac entra al callao, pero gracias a la falta de víveres, se dirige al norte con su ejército, en busca de suministros, pero la deserción llego al extremo de reducir alarmantemente el número del ejército, por lo que no pudo devolverse al Callao y regreso a la Sierra, a Jauja. Debido a la falta de alimento, el General La Mar, encargado por los realistas del cuidado de la Fortificación del Callao, no tuvo otra opción que firmar las Capitulaciones del Callao. El gran error de San Martin, sucedió después de tales Capitulaciones, con la Batalla de la Macacona. Canterac, coloca sus fuerzas en un estrecho desfiladero de la hacienda de la Macacona, con objeto de córtale la retirada a las fuerzas patrióticas, es decir, a la fuerzas del General Tristán (reemplazaría al General La Heras después de las capitulaciones) que estaban en retirada desde Chincha y que debían llegar a Lima, pasando necesariamente por el estrecho en cuestión. La Batalla se resolvió con prontitud. Las fuerzas realistas se escondieron en ambos lados del estrecho esperando el paso de los patriotas, cerrando cualquier vía de escape. El resultado fue desastroso para San Martin, 50 oficiales y 1.080 soldados capturados y otros tantos muertos… El fracaso y la derrota de la Batalla de la Macacona, junto con el descontento que surgió gracias a la falta de energía contra el destacamento de Canterac que vino al interior en auxilio del Callao en Septiembre de 1821, configuro el desorden en el ejercito libertador, toda noción de disciplina se perdió, el General San Martin no tenia en esos momentos autoridad ni prestigio, y configurándose a tales hechos, llego la noticia del Libertador de la Gran Colombia, al “héroe envuelto en triunfos” que se vislumbraba por Guayaquil, juntos, ambos sucesos, darían fin al “sueño” peruano de San Martin… ¿Pero qué sucedió en la Conferencia de Guayaquil? Debemos recordar que la Provincia de Guayaquil proclamo su independencia el 9 de Octubre de 1820, proclamada gracias al desembarco del Ejercito Expedicionario del Perú en las Playas de Paracas, desembarco que ocasiono la independencia de varios pueblos y departamentos cercanos al asalto. Guayaquil, era un puerto de gran importancia, no solo por su ubicación, sino por la renta en tributos que generaba, tributos que ayudaron en gran medida a la independencia del Perú. Al momento de proclamar su soberanía, existían en Guayaquil tres grupos a bandos con diferentes ideas: el primero, consideraba que debían constituir un nuevo Estado, entre la República de la Gran Colombia (que estaba a punto de independizarse) y el aun no independiente Perú, el segundo, creí que Guayaquil debía anexarse al Virreinato del Perú, ya que desde 1803, dependía militarmente de dicha colonia por Orden Real, y los terceros, aseguraban que Guayaquil debía pasar a la Gran Colombia, ya que, a pesar, de la dependencia militar con el Perú, aun dependían económica y civilmente de Colombia. Ante tal estado, la Junta Gubernativa de Guayaquil, se pone bajo la protección, a la vez de San Martin y Bolívar, es decir, de Colombia y del Perú. Ante esta situación, existía miedo con respecto a las ambiciones que concurrían entre ambos bandos, es decir, entre Colombia y Perú. Cuando San Martin se reúne el 25 de Julio de 1822 con Bolívar en Guayaquil, se cree que ambos tienen igual deseo de poder hacia la provincia en cuestión, pero como lo expone claramente Rafael Villamizar, en “Critica de Historia Colombiana” San Martin no tenia -y no podía- tener la mas mínima ansia con respecto a Guayaquil. ¿Por qué? La situación militar de los argentinos y chilenos en el Perú, las instrucciones privadas de su gobierno y el de Chile que recibió antes de empezar la expedición al Virreinato del Perú con respecto a materias políticas internas de los pueblos, hacían imposible generar siquiera la suposición de que San Martin deseara dicho territorio, considerando además que no hay pruebas de lo contrario. San Martin, como es lógico, debía considerar primordial y más importante, la total Independencia del Perú, el final de la guerra con España, antes que pensar siquiera en la anexión de un territorio más. Dicha actitud del Protector del Perú, se ve reflejada en la carta enviada por Bolívar a Santander, del día 29 de Julio de 1822, en donde “El Protector me ha ofrecido su eterna amistad hacia Colombia; intervenir a favor del arreglo de limites; no mezclarse en los negocios de Guayaquil; una federación completa y absoluta que no sea más que con Colombia (…) En fin, el desea que todo marche bajo el aspecto de la unión…” . Aunque, vale aclarar que varios autores consideran que ambos personajes, Simón Bolívar y San Martin, tenían intensiones en lo relativo a la anexión de Guayaquil a una República determinada, como lo expresa Eduardo García del Real, en donde tanto San Martin como Bolívar trabajaron diplomáticamente para tal fin… Es necesario contrastar a dichas posiciones, una de discrepancias sobresalientes, por no calificar de otra forma, como la expuesta por Francisco A. Encina en su libro “Bolívar y la Independencia de la América Española”, afirmando en dicho libro que la entrevista de Guayaquil es un hecho que carece de trascendencia histórica, ya que con ella o sin ella, era inevitable el hecho de que San Martin debía abandonar el Perú, y que Bolívar debía dirigir su expedición hacia dicho virreinato. Debe entenderse que dicha entrevista no se le “debe conceder mayor importancia que la realmente tuvo.” Y las razones sobran. La misma situación histórica que vivían San Martin y Bolívar desprenderían inevitablemente dicho suceso. San Martin, derrotado por su salud, por su propio ejército, por su propia campaña militar “sine sanguile” (expresión tomada del mismo libro de Encina), por la irremediable continuación de hechos que venían dándose desde el inicio de la expedición en Valparaíso… y Bolívar, triunfador, con su recién victoria en Quito, con el norte de Latinoamérica proclamándolo Libertador… Es entendible, según Encina, que dicho suceso (la Entrevista de Guayaquil) no tuviera otro desenlace sino el que marcaria el fin de la campaña libertadora del Perú para uno, y el inicio de esta para otro. Pero, desprendiéndonos un poco de la opinión de Encina, el problema respecto a las “posibles” ambiciones que podrían existir con Guayaquil, entre Colombia y el Perú, no era el único que se presentaba. Los dos personajes, ambos Libertadores, triunfantes, caudillos de la libertad en América, pero al mismo tiempo tan diferentes, tan distintos, tan incomparables… y era una realidad, mientras Bolívar llegaba a Guayaquil en la gloria de la Independencia de la Nueva Granada y de Quito, San Martin llegaba derrotado, con desordenes en el ejercito, con la enorme derrote de la Batalla de Macacona y con la incapacidad de no haber logrado la Independencia del Perú… Ambos saben la verdad, indiscutible e ineludible, San Martin debe hacerse a un lado, por el bien del Perú, y darle a Bolívar la responsabilidad de la independencia peruana. Tratan de conciliar, pero sus ideas, tan contrarias a veces, como el Republicanismo de Bolívar y el Monarquismo de San Martin, no permiten tal conciliación, como lo expresa Rafael Bernal Medina en su libro “Ruta de Bolívar”, ambos proceden de mundos distintos, de puntos opuestos de América, animados por el mismo ideal de libertad pero separados por cuestiones trascendentales: Sistema de Gobierno. A pesar, de que al parecer, San Martin sugirió el hecho de que Bolívar podría Comandar el Ejercito del Perú como jefe supremo, mientras San Martin seguiría solo ordenes de él, resulto tal idea inconcebible para el libertador de la Nueva Granada (“desgraciadamente, yo estoy íntimamente convencido, o que no ha creído sincero mi ofrecimiento de servir a sus órdenes con la fuerza de mi mando, o que mi persona le es embarazosa” )... La Conferencia de Guayaquil tiene dos consecuencias plausibles: La llegada de Bolívar a la Independencia del Perú, y la salida de San Martin del campo militar, retirándose definitivamente en Mendoza. El ocaso de un libertador, y la gran obra del otro… Como podemos apreciar, es infinita la importancia de San Martin en la Independencia del Perú, no solo por la Expedición Libertadora que logro unificar y comandar hasta la entrada en Lima, o los sucesivos logros e insurrecciones que logro establecer a lo largo de su camino por el Norte y por la Sierra del Perú, San Martin es decisivo en el proceso emancipador peruano gracias a que sus avances –mermados por una gran parte de autores- fueron fundamentales y decisivos para establecer la condición ideal que encontraría posteriormente Bolívar, dándole libertad al pueblo del virreinato, y con ello, a toda América. Sus derrotas, nunca opacaran sus triunfos… Si los errores le constaron al General San Martin la campaña de Independencia del Perú, sus victorias le aseguran ser recordado como el Libertador de América! El Libertador del Perú!, porque en realidad, no importa quién termino dicha campaña emancipadora, sino quien dio su vida, su futuro, su honra y su esfuerzo en hacerla realidad! BIBLIOGRAFIA: 1. LA INDEPENDENCIA DE ARGENTINA. Edberto Oscar Acevedo. Editorial Mapfre S.A.. Edicion 1992. 2. MONTONERAS Y CAUDILLOS EN LA HISTORIA ARGENTINA. Atilio García Mellid. Editorial Universitaria de Buenos Aires. 3. EL LIBERTADOR DE CHILE O`HIGGINS. EL GRAM AMIGO DE SAN MARTIN. Galván Moreno. Editorial Claridad. Buenos Aires. Biblioteca de Escritores Argentinos. 4. JOSE DE SAN MARTIN. LIBERTADOR DE LA ARGENTINA Y DE CHILE. PROTECTOR DEL PERÚ. Eduardo García del Real. Editorial Espasa-Calpe S.A.. Madrid Barcelona. 1932. 5. LA MONARQUÍA EN AMÉRICA. BOLIVAR Y EL GENERAL SAN MARTIN. Carlos A. Villanueva. Academia Nacional de la Historia. Sociedad de Ediciones Literarias y Artísticas. Librería Paul Ollendorff. Paris. 6. ARCHIVO DE DON BERNANDO O`HIGGINS. Tomo VIII. Archivo Nacional. Santiago de Chile. Imprenta Universitaria. 1951. 7. PARTICIPACION DE COLOMBIA EN LA LIBERTAD DEL PERÚ. Carlos Cortes V. Tomo I. 1824 – 1924. Talleres del estado Mayor General. Bogotá. 8. HISTORIA MILITAR DE LA ESPEDICION LIBERTADORA AL PERÚ EN 1820. Anjel Moreno Guevara. Santiago de Chile. Imprenta del Ministerio de Guerra. 1920. 9. SAN MARTIN. ANIBAL DE LOS ANDES. J.A. Cova. Miembro de la Academia venezolana de la Historia. Editorial Venezuela. Buenos Aires. 1947. 10. HISTORIA DEL LIBERTADOR DON JOSE DE SAN MARTIN. José Pacifico Otero. Tomo tercero. El Libertador y el protector del Perú. 1820 – 1822. Buenos Aires. 1932. 11. COLECCIÓN DE LOS PRINCIPALES DOCUMENTOS DE LA GUERRA DE LA INDEPENDENCIA DEL PERÚ Y DE LOS CANTOS DE VICTORIA Y POESIAS RELATIVAS A ELLA. Redactada por José Hipolito Herrera. Lima. Tipografía de Aurelio Alfaro. 1862. 12. MANIFIESTO EN QUE EL VIREY DEL PERÚ DON JUAQUIN DE LA PEZUELA REFIERE EL HECHO Y CIRCUNSTANCIAS DE SU SEPARACION DEL MANDO Y ANUNCIA LAS CAUSAS DE ESTE ACONTECIMIENTO. Madrid MDCCCXXI. Universidad de León. 13. SAN MARTIN Y MORAZAN. Carlos A. Ferro. Publicación Oficial del Ministerio de Educación Pública. Tegucigalpa, Honduras, 1971. 14. CRITICA DE HISTORIA COLOMBIANA. Rafael Villamizar. Volumen Segundo. Editorial Cromos. Bogotá. MCMXL. 15. LA CONFERENCIA DE GUAYAQUIL. Academia Nacional de la Historia. Tipografía Americana. Caracas. 1940. 16. RUTA DE BOLÍVAR. Rafael Bernal Medina. Estudio que mereció a su Autor el ingreso a la Academia Colombiana de Historia. Cali Colombia. Tercera Edicion. 1961. 17. BOLÍVAR Y LA INDEPENDENCIA DE LA AMÉRICA ESPAÑOLA. Emancipación de la Presidencia de Quito, del Virreinato de Lima y del Alto Perú. Francisco A. Encina. Tomo 5. Editorial Nascimiento. Santiago. Chile. 1954. 18. BOLÍVAR. Indalecio Liévano Aguirre. 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