EL PROCESO INDEPENDENTISTA
Por Juan Sebastián Calderón Bareño
Salta a la vista desde el encabezado que el tema a tratar es tan vasto que se podrían dedicar obras enteras a analizar cada una de las etapas que comprendieron el proceso que concluyó con la independencia de nuestra nación, entiéndase por estas, la decadencia del imperio español, los brotes de revolución en la primera década del siglo XIX, la denominada patria boba, la reconquista española y la posterior campaña libertadora de Bolívar, sin embargo, es necesario para hacer un análisis integral, dar pequeñas pinceladas por la historia evitando caer demasiado en la especificidad.
Pero ante la necesidad de realizar dicho análisis, concluirlo de alguna manera y la dificultad que presenta el hecho de ver el proceso de independencia como un todo, puesto que es inevitable el prestar atención a cada parte que la conformó, queda solo ver puntos importantes dentro de cada una de esas etapas y a hacer a ellas por separado un estudio, intentando responder a la pregunta general sobre la independencia que plantea la posibilidad de que esta se haya llevado a cabo de manera anticipada o si por lo contrario se dio en el momento preciso.
Cuando se habla de la decadencia tanto política como militar del imperio español, esta se atribuye a factores tanto internos como externos, por el mal manejo dado a las colonias y por las inocentes muestras de debilidad ante el poderío francés. Relatan los historiadores las torpezas del imperio español en su intento por mantenerse vivo entre los dos colosos que la rodeaban, Inglaterra y Francia, “Carlos IV se alió con Inglaterra, el tradicional enemigo de España, para luchar contra su acostumbrado aliado.”[1] Situación que se torna contra España cuando sus alianzas no son suficientes y se ve en la obligación de renovar las viejas conversaciones con Francia mostrando la cara indigna de España, de nuevo el destino si es que es de este la culpa, se encarga de que Inglaterra, ofendida por la traición española vuelque toda su ira sobre la marina borbona despedazando los últimos signos de vida del imperio agonizante, al fin y al cabo, muchos historiadores concuerdan en la opinión de que “casi desde el principio, España demostró ser incapaz de sostenerse como una de las grandes potencias europeas.”[2]
La ingenua muestra de confianza de la realeza española en el desafortunado hecho que marca el comienzo de la lucha por mantenerse independiente de Francia, que es narrado por Álvaro Londoño Hoyos añadiendo que el tratado entre galos y borbones implicaba que una vez conquistada Portugal esta se repartiría entre las dos naciones, cuestión que luego del fracaso en Portugal queda olvidada y situación que se presta para que Napoleón se apodere del sur de Europa.
Por otro lado, hay autores que tienen una visión completamente opuesta de los españoles, al punto de que atribuyen la misma independencia de los pueblos de América a la gallardía que corre por nuestra sangre peninsular, “el impulso separatista obedecía, a nuestro juicio, a una inspiración racial: el sentimiento de dignidad personal propio del español que combatió contra Cartago y contra Roma, que luchó con el visigodo y lo absorbió, que mantuvo por largas centurias su resistencia al musulmán hasta arrojarlo de su territorio y que, fortalecido en este batallar continuo, exaltaba los valores individuales que daban el triunfo y medía las responsabilidades de cada cual en la victoria. Así se formó la nación que exigía amplias libertades para el esfuerzo de cada cual y que imponía deberes a quienes armonizaban la acción común.” Expresa Rivas Vicuña en su libro, Las guerras de Bolívar.
Hay además otros varios que atribuyen la crisis del gobierno español sobre las colonias a factores de diversa índole diferente a la política y la racial o social, dando un papel importante también a la economía y los intereses de lucro de algunos de los comerciantes de la nueva granada pues el comercio con las colonias se debilito de manera acelerada de igual manera que el prestigio de la monarquía como resultado de los reveses militares. Pero esto no era una situación nueva, ya desde mucho tiempo atrás se puede observar como el pueblo siente minado su interés de progreso por la intervención monárquica en la economía. Los altos impuestos establecidos a los productos colombianos más importantes como el tabaco se traducen en la inconformidad del pueblo que se manifestaría de manera temprana en la revolución de los comuneros[3]
Al mismo tiempo España se enfrentaba a una guerra en dos flancos, situación que cualquier general de guerra evitaría a toda costa por la dificultad que implica protegerse y atacar por dos diferentes puntos, y doblegar esfuerzos para hacerlo correctamente con casi ninguna posibilidad de salir victorioso, “la guerra que los españoles hicieron para conservar la independencia de su país duro desde 1808 hasta 1814. En el transcurso de este tiempo, gran parte de la península, como por ejemplo Cataluña y el país Vasco, estuvo continuamente ocupada; Andalucía sufrió durante tres años el yugo del invasor, mientras que otras ciudades y provincias tenían que soportar frecuentes, aunque pasajeras excursiones del enemigo.”[4]
De todo lo anterior no se puede concluir más que la obviedad de la torpeza española mas la imposibilidad de sobrellevarla, ya que si bien se cometen actos ingenuos e inocentes como el permitirle a Napoleón mover sus tropas a través del imperio Borbón, ¿Qué otro camino podían tomar los españoles? Pues de no haber aceptado era muy probable que el líder francés hubiese tomado la determinación de atacar a España para quitarla del camino hacia su objetivo en Francia, de manera que esa actitud sumisa era casi el único camino que tenia España ante el monstruo creciente que devoraba todo a su paso, seguramente bajo la convicción de que ante la imposibilidad de vencer al enemigo es mejor unírsele, así esto signifique convertirse en un “aliado” atado a su voluntad, así encontramos a España en un vaivén de estrategias tal vez no muy acertadas pero seguro si, tendientes a la conservación del imperio. Avanzamos pues un poco en el camino a concluir de manera definitiva sobre lo oportuno de la independencia latinoamericana y más específicamente colombiana.
Entonces nos dice la historia que “La serie de fuerzas históricas que durante varios años se fueron intensificando con miras al cambio profundo, confluyeron en la coyuntura revolucionaria de la segunda mitad del siglo XVIII y primera mitad del siglo XIX para transformar radicalmente la faz de la sociedad occidental.” (Manual de historia de Colombia). Y es así como todo el escenario se va haciendo más propicio para que la necesidad de los hombres aflore y se resalte la necesidad de auto gobernarse, teniendo en cuenta las palabras de Torres cuando expresaba que los males de América no son para aquellos que no los sienten, sin embargo no se puede hablar de lucha de ideales sin aquellos a quienes poco importaba la independencia, es por eso que se sabe, como explica Manuel José Forero, que “la historia de la independencia colombiana no empezó el 20 de julio de 1810. Pues muchos meses antes de tan ilustre día habían tenido nacimiento dos bandos en la Nueva Granada: el primero adicto al Virrey de Santafé y a la regencia; el segundo partidario de Fernando Séptimo y de la integración de una junta provincial de gobierno.”[5]
De esta manera se llega a la conocida fecha del año de 1810, en donde cito a continuación el relato realizado por Gabriel Camargo Pérez en su libro Exploraciones históricas, sucesos personajes y pueblos de Colombia. “el 20 de julio de 1810 entreabrió a Colombia la puerta de su independencia política. Esta fecha ha sido, pues, y seguirá siendo en nuestra historia, poderoso cimiento del espíritu nacional. Desde presidiarios y bandidos, pasando por tinterillos hasta finos letrados del idioma e hidalgos caballeros aportarían al movimiento revolucionario. Desde entonces, en la memoria y en el fervor de las generaciones futuras, ese recuerdo imperecedero del día que rompió una tradición colonial de tres centurias y oyó gritar en la plaza de santa fe de Bogotá una voz de la entraña popular con resonancia hacia el infinito porvenir”. Y es precisamente este el punto en donde el texto base poco se acerca a las conocidas historias casi mitológicas sobre el “grito” que motiva a la masa y la lleva a decidirse por librarse de una vez del yugo que ya poco oprimía pero que seguía presente siendo molesto y opuesto a la tranquilidad de la libertad.
Sin embargo, teniendo en cuenta el acta de la independencia redactada por don José Acevedo y Gómez y la gran lista de personas que aparecen en ella, desde funcionarios de la casa de la moneda, el ejército y el tan nombrado pueblo, se puede observar la masiva participación en el evento, cuestión que pone en tela de juicio la forma de relatar este evento por parte de los autores del texto base pues si bien no se dio un grito en el cielo que rompiera las fronteras del imperio dirigiéndose hacia el sentimiento patrio es por todos conocido el dicho popular de que una acción dice más que mil palabras, de manera que ¿Cuántas palabras, o gritos, en este caso habrán dado tantas acciones encaminadas a declarar la autonomía e independencia de la región?
Empieza pues el periodo que la historia denomina la patria boba, una vez alejados de la persecución española, nos dedicamos a oponer ideas ignorando que muchas veces la serpiente muerde con más potencia cuando esta moribunda, centralistas y federalistas se disputan el liderazgo y la fortuna de ser quienes determinen el futuro del país siguiendo unos el modelo en que la capital es el centro de la nación y otros considerando que la distribución del territorio en estados implicará un mejor futuro para la naciente nación. Discusión que se dilataría durante varios años imposibilitando una organización adecuada de la región, de un lado Antonio Nariño defendiendo las ideas centralistas y del otro Camilo Torres dedicando sus esfuerzos a resaltar las ventajas de un estado federalista; ahora, muchos historiadores concuerdan en las duras consecuencias tanto presentes para la época como futuras por la testarudez de uno y otro bando, no obstante algunos pocos creen que la diplomacia primó en esta disputa, “pudiera creer alguno en fiera enemistad de Torres y Nariño. Nada de eso. Defendieron uno y otro sus conceptos con ardiente celo, pero subordinando a toda hora sus pensamientos a la gloria común.”[6] E incluso hay quienes opinan que este periodo más que “bobo” fue manifestación de la inexperiencia, aclarando que lo que se ha llamado la patria boba no fue tal pues el termino se refiere mas a la pelea entre hermanos que se dio antes de la solidificación de la soberanía nacional y a los resultados de la contienda fratricida mas no a la contextura espiritual de la patria pues tan temprana expresión de intelectualismo al servicio de la patria demuestra que dicho calificativo se refiere mas a resultados físicos que a los doctrinales e imperceptibles.[7] Sin embargo sigue siendo mayoritaria la idea de que la patria boba consagra una de las etapas más vergonzosas de nuestra historia, “De 1810 a 1813 en la antigua capitanía general y hasta la reconquista de 1815 a 1816 en la nueva granada, el conflicto toma la forma de una lucha entre ciudades-estados. Los combates son esporádicos e intermitentes. No sirven sino para apoyar una palabrería política que busca mas las concesiones y el compromiso que la destrucción del enemigo.”[8]
Como consecuencia de la separación del pueblo, el imperio español, que había retomado su fuerza por la caída de Napoleón y por consiguiente la cesación de la amenaza del norte, emprende una campaña para establecer de nuevo su mandato sobre sus colonias en América y así cumple su papel en el proceso “el pacificador” Pablo Morillo, de quien en su totalidad las historia no repara en insultos, “Las halagüeñas promesas del pacificador eran falaces, su corazón no abrigaba la clemencia y el pasado no habría de olvidarse, la protección ofrecida, con la cual engaño la buena fe de los hombres de la patria, corría parejas con la mismísima que se dispensara a los indígenas por algunos conquistadores.”[9]
Si bien se puede concluir de esta etapa que el surgimiento de ideales y de pensamientos hacia la construcción u organización de la nación significa el gran impacto intelectual de las famosas revoluciones, salta a la vista que era necesaria la unidad nacional, en la forma de estado que fuere ya que pierde total relevancia si al final el estado va a ser rojo o azul, si como resultado de la disputa interior va a terminar siendo amarillo; llámesele patria boba o distraída lo importante es la intransigencia de quienes viendo venir un nuevo golpe español no tomaron acciones para defender lo ya logrado con la ayuda de las circunstancias exteriores.
Pero al mismo tiempo se abría campo en la historia uno de los hombres más conocidos de la vida de Latino América, quien entre determinación e infortunio lograría llevar a cabo una de las más grandes proezas[10], Simón Bolívar, de quien se dice que “Sus ideas sobre la integración y los pactos de solidaridad continental, respetando las diversidades americanas plantean su ideario que aun es permanencia en nuestra contemporaneidad”[11]. Empieza Bolívar su campaña militar y política sin objetivos muy claros y que posteriormente se mostrarían a él, o al menos eso pareciera si se piensa en el juramento que realiza este en el Monte Sacro. Sin embargo ya entrada la campaña libertadora hay quienes opinan que el estadista más que un enamorado de la emancipación era un hombre astuto que movía sus fichas de la mejor manera posible, “La campaña admirable de 1813 crea identidades imposibles de encontrar durante la primera época de la independencia. La dialéctica del conflicto y el incremento de la violencia conducen a la declaración de guerra a muerte de Trujillo. Al abandonar la ambigüedad de los años 1810 a 1813, cuando solo algunos individuos deseaban la independencia y la república, la interpretación “radical” de bolívar convierte la guerra entre realistas y patriotas en un combate sin merced entre españoles y americanos. Produjo así el libertador una ficción que niega el carácter civil de la guerra al darle una lectura patriótica. Dentro de esta construcción, el conflicto ya no divide dos lealtades políticas sobre el fondo de una común identidad colectiva, sino dos identidades distintas y enemigas sin otro destino que la separación.” Explica Clement Thibaud, en su “Repúblicas en armas”. Excelente aporte a nuestra causa de concluir lo ya expuesto.
Se diría incluso que Bolívar asciende la mayoría de los caudillos de los años 1815 a 1819 al grado de general a cambio de su lealtad y de su cooperación con la causa.[12] Se libran batallas en todo el territorio y Bolívar, en compañía de Santander y Sucre entre otros, acumula victorias y derrotas, más de aquellas que de estas, logrando mediante la codificación dar fuerza jurídica al ejército, téngase en cuenta las palabras de Santander, movida tendiente al sistema de gobierno centralista pero que al fin y al cabo sería la única forma de lograr la unión del pueblo, sin embargo, esta medida costaría caro a Bolívar teniéndose en cuenta el movimiento emancipador del general Páez en Venezuela como resultado de la misma problemática que nos significaría como en aquella ocasión, la división de la fuerza que el mismo libertador había previsto como fórmula para el éxito del continente.
Las famosas batallas del pantano de Vargas y El puente de Boyacá marcarían el nacimiento definitivo de la hoy república de Colombia, esta última, de la que se dice que no fue más que una emboscada[13] ¿qué hace un general español, liderando el combate y no dando instrucciones?, ¿por qué hay solo unos pocos muertos a su lado?, y ¿qué hace prácticamente solo y sin apoyo de sus guerreros?
A manera de conclusión, se puede decir que es claro que como cualquier acontecimiento histórico, la independencia se debió en todo momento a las circunstancias de toda índole, que sin embargo, al menos de manera general, una vez encarriladas hacia determinado destino no importa que se hubiesen evitado algunos hechos, pues otros en su lugar hubiesen significado la consecución de los mismo resultados.
En cuanto a Bolívar, se resalta el cometario que sobre este hace Germán Arciniegas, en su libro, Bolívar y la revolución, “Entre Bolívar y colon hay extraños parecidos. Uno y otro mueren dejando dos creaciones destinadas a torcer el curso de siglos desorientados, pero sus hazañas son tan fabulosas que sobrepasan su propia credulidad. Colon no cree en América, ni bolívar en la independencia, dos criaturas salidas de sus manos. Murió el almirante seguro de haber llegado al Japón, y el libertador diciendo que había arado en el mar y edificado en el viento. Uno y otro habían logrado lo imposible y abierto los dos caminos destinados a hacer de América, de nuestra América, la esperanza del universo. Colon hizo de la tierra plana una esfera. Bolívar de una América colonial una libre. Y viendo ellos lo que han hecho no lo creen, se restriegan los ojos y desvían. No puede ser, y era. Y es. Algún día será… Quienes hoy vacilan y andan buscando rey en otra parte tampoco creen en la libertad conquistada y al cabo de siglos, tenemos que volver a descubrir América, y convencernos de haber ganado la independencia.”
Hubiese sido Bolívar un tirano, estratega, astuto zorro, héroe, y un hombre que el mismísimo Marx se encargo de criticar, no se puede tratar de iluminar con la luz de una vela la inmensa sombra que abarca la independencia de América Latina y que además se hace más espesa con el pasar de los años y la forma en que se dispersa la historia en boca de los hombres.
Tras analizar los datos ya presentados que van desde especulaciones populares hasta documentos reales podemos concluir que la independencia, como cualquier otro acontecimiento histórico responde a necesidades, no secundarias y ni siquiera principales, en lugar de esto si así se me permite llamarles, coercitivas puesto que de una u otra forma terminan por darse, realicemos por un momento el ejercicio de quitar a Bolívar del mapa mental independentista y preguntémonos si en verdad seguiríamos siendo parte del imperio español o si por el contrario alguna otra situación o persona nos hubieran llevado de la mano a la liberación, insurrección popular, guerras en territorio español, crisis económicas o cualquier otra razón, el hecho es que ante la sed de poder del hombre, ya sea que le llamemos poder sobre sí mismo –libertad- o poder sobre los otros –recursos- no hay situación histórica que no termine por ceder y prestarse de una u otra forma para que se den aquellos resultados, buenos o malos, pero al final resultados, lo que hace tal vez imposible determinar si la independencia se da de manera repentina y apresurada o en el momento preciso, pero si podemos determinar que se dio cuando respondiendo a las circunstancias era necesario que se diera.
BIBLIOGRAFÍA
1. LAS GUERRAS DE BOLIVAR. Francisco Rivas Vicuña. Imprenta nacional. Sin ciudad, 1938. Pág. 13
2. COLOMBIA ANTES DE LA INDEPENDENCIA, economía, sociedad y política bajo el dominio Borbón. Anthony McFarlane. Banco de la república el Áncora editores. Bogotá, 1997. Págs. 439 y 440
3. BOSQUEJO DE LA HISTORIA DE FRANCIA. Álvaro Londoño Hoyos. San Martín Obregón y Cía. Ltda. Bogotá, 2000. Págs. 197
4. MANUAL DE HISTORIA DE COLOMBIA. Instituto colombiano de cultura. Printer colombiana S.A. Bogotá, 1982. Pág. 18
5. EXPLORACIONES HISTORICAS, sucesos personajes y pueblos de Colombia. Gabriel Camargo Pérez. Publicaciones de la universidad pedagógica y tecnológica de Colombia. Sin ciudad, 1981. Págs. 280 a 289
6. TRES HISTORIAS TESTIMONIALES SOBRE LA REVOLUCION COMUNERA. Manuel Lucena Salmoral. Banco de la república departamento editorial. Sin año ni ciudad. Págs. 69 a 72
7. POPAYAN, CIUDAD PROCERA. Volumen I. Luis Martínez Delgado. Biblioteca de escritores colombianos del banco de occidente, Editorial Kelly. Bogotá, 1974.
8. CAMILO TORRES. Manuel José Forero. Editorial A B C. Bogotá, 1952. Págs. 11, 13
9. EL ANDANTE CABALLERO DON ANTONIO NARIÑO, “la juventud”. Raimundo Rivas. Imprenta de “la luz”. Bogotá, 1936.
10. LOS AFRANCESADOS EN LA GUERRA DE INDEPENDENCIA. Hans Juretschke. Ediciones Rialph S.A. Madrid, 1962. Págs. 15
11. HISTORIA DE COLOMBIA. Jesús María Henao y Gerardo Arrubla. Escuela tipográfica salesiana. Bogotá, 1916. Págs.
12. http://www.youtube.com/watch?v=HSWfh1mefB8, documental de cinco partes, Simón Bolívar 1 a 5
13. REPUBLICAS EN ARMAS. Clement Thibaud. Editorial planeta. Bogotá, 2003. Págs. 510, 511
14. HISTORIA BASICA DE COLOMBIA. Javier Ocampo López. Plaza y Janes editores. Cuarta edición. Bogotá, 2004. Pág. 208
15. BOSQUEJO DE LA HISTORA DE COLOMBIA. Álvaro Londoño Hoyos. San Martín Obregón y Cía. Ltda. Bogotá, 2005. Págs. 135
16. LA INDEPENDENCIA. Sin autor, editorial ni año de publicación.
17. BOLIVAR Y LA REVOLUCION. Germán Arciniegas. Editorial Planeta. Bogotá, 1984, pág. 342
18. HISTORIAS DETRÁS DE LA HISTORIA DE COLOMBIA. Eduardo Lemaitre. Editorial Planeta. Bogotá, 1994. Págs. 87 a 106
19. COMPENDIO DE LA HISTORIA DE COLOMBIA. Jesús María Henao y Gerardo Arrubla. Editorial de Cromos. Bogotá, 1926. Pág. 133
20. http://www.simon-bolivar.org/bolivar/marx_bolivar.html#inicio. Carlos M. Ayala Corao. Especial para el universal
21. http://www.venezuelatuya.com/biografias/piar.htm
22. http://www.simon-bolivar.org/bolivar/P&R_criticas_a_sb.html
23. Rendición del general español José María Barreiro ante el Libertador Simón Bolívar en la batalla de Boyacá, 7 de agosto de 1819. Oleo sobre lienzo de J.N. Cañarete (1919). Museo Nacional, Bogotá.
[1] COLOMBIA ANTES DE LA INDEPENDENCIA, economía, sociedad y política bajo el dominio Borbón. Anthony McFarlane. Banco de la república el Áncora editores. Bogotá, 1997. Págs. 439 y 440
[2] Ídem.
[3] TRES HISTORIAS TESTIMONIALES SOBRE LA REVOLUCION COMUNERA. Manuel Lucena Salmoral. Banco de la república departamento editorial. Sin año ni ciudad. Págs. 69 a 72
[4] LOS AFRANCESADOS EN LA GUERRA DE INDEPENDENCIA. Hans Juretschke. Ediciones Rialph S.A. Madrid, 1962. Págs. 15
[5] CAMILO TORRES. Manuel José Forero. Editorial A B C. Bogotá, 1952. Págs. 11, 13
[6] Ídem.
[7] EXPLORACIONES HISTORICAS, sucesos personajes y pueblos de Colombia. Gabriel Camargo Pérez. Publicaciones de la universidad pedagógica y tecnológica de Colombia. Sin ciudad, 1981. Págs. 280 a 289
[8] REPUBLICAS EN ARMAS. Clement Thibaud. Editorial planeta. Bogotá, 2003. Pág. 511
[9] HISTORIA DE COLOMBIA. Jesús María Henao y Gerardo Arrubla. Escuela tipográfica salesiana. Bogotá, 1916. Págs.
[10] http://www.youtube.com/watch?v=HSWfh1mefB8, documental de cinco partes, Simón Bolívar 1 a 5
[11] HISTORIA BASICA DE COLOMBIA. Javier Ocampo López. Plaza y Janes editores. Cuarta edición. Bogotá, 2004. Pág. 208
[12] REPUBLICAS EN ARMAS. Clement Thibaud. Editorial planeta. Bogotá, 2003. Pág. 511
[13] Rendición del general español José María Barreiro ante el Libertador Simón Bolívar en la batalla de Boyacá, 7 de agosto de 1819. Oleo sobre lienzo de J.N. Cañarete (1919). Museo Nacional, Bogotá.