miércoles, noviembre 11, 2009

Provincia de Vélez.

SIMPLEMENTE DIFERENTES

Por Juan Carlos Castro Melo.

Para mediados del siglo XIX se indicaba que en la provincia existían unos 109.000 habitantes, con una ligera mayoría de mujeres. Hacia 1856, existían colegios oficiales en Vélez y en Chiquinquirá. En todas las escuelas públicas de la provincia estudiaban 419 niños y 104 niñas, que aprendían lectura, escritura y nociones elementales de aritmética[1].

La Constitución de Vélez fue debatida por la asamblea legislativa de la provincia conformada por 25 diputados y expedida el 11 de noviembre de 1853. Como otras constituciones contemporáneas, en el preámbulo de la misma se invoca al pueblo como fuente de autoridad y de soberanía. Los capítulos y la organización del texto es similar a las demás promulgadas en ese mismo período: divide los poderes en ejecutivo y legislativo, el primero centrado en el gobernador y los alcaldes, y el segundo en la legislatura provincial y en los cabildos; ofrece proteger las libertades de tránsito e industria y garantizar los derechos de educación elemental gratuita, el pago único de un solo impuesto directo proporcional a la riqueza, lo cual equivalía a abolición de impuestos indirectos como los peajes, los pontazgos, etc.; la asistencia en caso de invalidez, el sufragio para hombres y mujeres y la libre elegibilidad en cargos públicos y de responsabilidad política[2].

El derecho de las mujeres en la constitución estaba establecido como: "Son electores todos los habitantes de la provincia casados o mayores de veintiún años; y cada uno de ellos tiene derecho para sufragar por el número total de Diputados de que se compone la Legislatura"[3].

No hay claridad respecto de si las mujeres de la provincia de Vélez hicieron uso de su derecho al voto. Todos los autores contemporáneos afirman que las mujeres no quisieron hacer uso de su derecho, sin embargo, algunas críticas aparecidas en uno de los periódicos de la época, en las que se resalta el desinterés y desconocimiento político de las mujeres, parecen apuntar a lo contrario. En todo caso, las mujeres no tuvieron mucha oportunidad de ejercer el voto, habida cuenta de que sobrevino la anulación de la Constitución, al parecer a finales de 1854 o comienzos de 1855. Es posible que las mujeres de la provincia de Vélez hayan alcanzado a participar en alguna de las tres elecciones previstas para el año de 1854, es decir, la de vicepresidente, la de diputados a la legislatura provincial y la de una magistratura de la Suprema Corte de Justicia, en el evento en que éstas se hayan llevado a cabo en medio de la guerra de 1854. La Corte Suprema anuló la Constitución señalando "que los habitantes de la provincia no podían tener más derechos y obligaciones que los demás granadinos"[4].

Pero las mujeres a lo largo de su tortuosa historia, han tenido que pasar muchas cosas para que pudieran ejercer su derecho al voto en un mundo principalmente patriarcal, pero ¿cómo las mujeres llegaron a tener en casi la totalidad del mundo su derecho al voto, como lo lograron en Colombia y América latina? Y ¿la mujer si ha podido llegar definitivamente a una igualdad?

En la antigua Atenas, Grecia (cuna de la Democracia), donde se expresó en toda su magnificencia el mandato de la mayoría popular, que decidía directamente reunida en la plaza pública, los asuntos más importantes de gobierno, no se permitía la asistencia y participación femenina.

Una explicación algo limitada del porque la mujer no tenía el derecho al voto era que todavía no había conseguido una estructura organizada con capacidad y decisión de mando y elección. Quiere decir que carecían de representación política, por lo mismo que no participaban de la organización de un estado, sino más bien a núcleos familiares.

La democracia representativa, fue el ideal que llevaron a cabo en la Revolución Francesa de 1789. Los candidatos a los cargos de gobierno serían elegidos por el pueblo, que conservaría la soberanía.

Pero cuando se decía de reivindicación de derechos, contra el sistema absolutista, se pensaba en los varones, y así lo expresa el propio título de la Declaración venida de la Asamblea Nacional revolucionaria francesa: “Declaración de los Derechos del Hombre y del Ciudadano”, hablando de hombre en su sentido literal del término y el ciudadano eran los hombres libres. Pero la Revolución Francesa estaba teñida de ideales liberales, y no solo los hombres supieron así interpretarlo. Por esto Olimpia de Gouges, en 1791, escribió en complemento a aquella declaración francesa la “Declaración de los Derechos de la Mujer y de la Ciudadana”, que no tuvo éxito práctico, y que terminó con su muerte en la guillotina, en 1793.

En 1792, en Inglaterra apareció un libro llamado “Reivindicación de los derechos de la mujer”, donde una representante de ese sexo, Mary Wollstonecraft, luchó por los derechos políticos de la mujer, por primera vez en el mundo.

Los miembros del parlamento, los políticos y la misma reina, Victoria I, se opusieron a los proyectos de leyes que tenían ese propósito. Tan sólo el cartismo, movimiento de reivindicación de los derechos para la clase trabajadora, y ciertos intelectuales liberales, apoyaron tan “arriesgada” idea.

Fue en los albores del siglo XX, cuando nuevamente Inglaterra fue el centro promotor de esta revolución política. Se formó la Women Social and Political Union. Para conseguir sus objetivos, las mujeres que la componían trataron de hacer presión para obtener su objetivo. Así realizaron marchas de protestas y huelgas de hambre. Fueron salvajemente reprimidas y en 1903, una de ellas se arrojó al suelo cuando pasaba el rey con su caballo, en Derby, para llamar su atención, y murió aplastada por el animal.

Con las primeras guerras del siglo XX, las mujeres ingresaron por primera vez a trabajar a las fabricas, organismos estatales, es decir al mundo laboral que solo le era competencia y de dominio de los hombres. Con este ingreso a otro nivel, con un ingreso de capital propio, el cual le permitía extender sus opciones sin verse limitada a lo que el esposo o la sociedad le imponiese, o casi siempre la iglesia, las mujeres comenzaron a tener más decisión respecto a las cosas que la rodeaban.

En 1918, se permitió que las mujeres inglesas mayores de 30 años pudieran votar, bajándose la edad a 21 años, en 1920[5].

Fue también luego de la Primera Guerra Mundial, en 1919, cuando Alemania, cuyo gobierno estaba representado por la República de Weimar, consagró el voto femenino.

En América los primeros países en tener este derecho en sus constituciones, fueron Canadá (1918) salvo la provincia de Québec y Estados Unidos (1920). En este último país ya se luchaba por la consecución de este derecho desde los primeros años de su vida independiente. Como luchadora destacada, Margaret Brent, quien en 1647, desde su hacienda ubicada en Maryland, abogó por un lugar en la legislatura.

Ecuador en 1929, y en 1932, Brasil y Uruguay posibilitaron a la mujer la obtención de su derecho al voto. En Guatemala se estableció para ellas un voto limitado, excluyendo a las analfabetas, en 1945, quienes pudieron sufragar veinte años más tarde.

En 1946, la ONU (Organización de Naciones Unidas) llamó la atención a todos los países de América en cuyas Constituciones no estaba todavía establecido el derecho al voto femenino, exigiéndoles que actuaran de una forma razonable y acorde con los tiempos, pues este organismo consideraba que negar a la mujer el derecho al voto era perpetuar un estado de desigualdad social entre hombres y mujeres.

El voto femenino en Argentina, se inauguró en 1947, durante la Presidencia de Perón, bajo la gestión de su esposa, Eva Duarte. Impulsada por esta líder política, se ejecutó una gran difusión que logró que muchas mujeres brotaran de ese silencio en el que se encontraban, y expresaran el reclamo por sus derechos. La Plaza de Mayo, el 23 de septiembre fue el marco del acto donde las mujeres festejaron la promulgación de tal ley. Ese mismo año lo obtuvo Venezuela. En 1949, fue el turno de Chile y Costa Rica[6]. En México, en 1953, se consagró esta posibilidad por la que venían luchando desde hacía mucho tiempo, habiéndose formado en 1935, el Frente Único Pro Derechos de la Mujer. En 1961, Paraguay consagró el voto femenino[7].

Pero algunos europeos también tuvieron que aguardar. En 1931, se instituyó el derecho de sufragio, con igualdad de derechos a ambos sexos, mayores de 23 años, en la Constitución de la república española[8]. En 1970, pudieron votar, por vez primera, las mujeres suizas.

Colombia fue uno de los últimos países del mundo en reconocer los derechos políticos a las mujeres, veamos los pasos de su lucha desde principios del siglo XX.

Colombia a finales del siglo XIX y principios del siglo XX la mujer en nuestra sociedad continuaba relegada a los servicios domésticos y al cuidado de los hijos. Sin embargo, la lucha de las mujeres por lograr una igualdad jurídica y política frente a los hombres comenzó a tener éxito cuando en 1932, se les reconoció la igualdad en el campo de los derechos civiles.

Durante los siguientes trece años, la pelea de las mujeres por lograr el derecho al voto y el acceso a los cargos públicos no tuvo éxito, aunque los derechos civiles se mantenían, los intentos por lograr estos derechos no se concretaban.

En el año de 1945 la situación comenzaba a cambiar. El Congreso de la República asumió el papel de Constituyente para reformar la Carta Fundamental. En las reformas, la mujer logró un triunfo al reconocérsele los derechos de ciudadano, poniéndose de esta manera al mismo nivel de los hombres mayores de veintiún años. A pesar de conceder el estatus de ciudadanía a las mujeres, la reforma no autorizó el sufragio para las mujeres, lo que creó un gran ambiente de rechazo entre las mujeres de la sociedad colombiana.

Tiempo después, en 1947, el proyecto para permitir el voto a la mujer se presentó de nuevo en la Cámara y el Senado, y de nuevo se escucharon argumentos en favor y en contra. En este caso no hubo muchas personas que se opusieran a aprobar el proyecto, sin embargo, éste se archivó debido a que había otros proyectos que se consideraban más importantes para el momento que se vivía.

La discusión acerca del voto femenino se hacía cada vez más difícil de prorrogar, pues para ese entonces ya las mujeres podían ocupar cargos públicos, embajadas y otros puestos de alto nivel, pero increíblemente no podían participar de la elección popular.

Después de muchas reuniones para decidir el futuro de la mujer en los procesos electorales, se determinó que darle la oportunidad de voto al género femenino sería darle una legitimidad más amplia a la democracia, esto debido a que las mujeres resultaban ser más del 50% del censo electoral del país.

Colombia fue uno de los últimos países de América en concederles derechos políticos a las mujeres, quienes pudieron concurrir a las urnas por primera vez hace 50 años, el primero de diciembre de 1957.

La mujer careció del derecho a la ciudadanía hasta el año 1954, cuando el entonces presidente de facto, el general Gustavo Rojas Pinilla, impuso una reforma constitucional que les concedió el derecho a elegir y ser elegidas. Por supuesto, un primer acto era concederles el derecho a una cédula de ciudadanía y se determinó que el número de identificación de las mujeres fuera superior al 20 millones. Rojas Pinilla también designó a la primera mujer en ocupar un ministerio: Josefina Valencia ocupó, aunque por breve tiempo, el Ministerio de Educación.

Rojas cayó del poder el 10 de mayo de 1957 y los partidos políticos Liberal y Conservador pactaron el llamado “Frente Nacional”, que accedía la alternación de ellos en el poder presidencial y el reparto proporcional y milimétrico de los cargos públicos. Esa decisión política correspondía refrendarse mediante una reforma constitucional y para entonces se acordó el llamado "plebiscito" que legitimó el acuerdo político.

El plebiscito fue convocado para el primero de diciembre de 1957 y se constituyó en el primer acto político de la mujer en Colombia, en el pleno ejercicio de sus derechos.

Decía Florence Thomas” cuando yo llegue a Colombia en la década del 60, no encontré mujeres sino mamás y no encontré padres sino machos”, “la maternidad era un proyecto de vida que teníamos que asumir como una especies de fatalidad biológica”.

En la época de Simone de Beauvoir, las mujeres se preocuparon básicamente por conseguir una igualdad radical, pero como no hacerlo, si tenían que desmontar una cultura patriarcal que las había excluido durante años del voto y de la participación social.

Corresponde al Estado promover las condiciones para que la libertad y la igualdad del individuo y de los grupos en que se integra sean reales y efectivas; remover los obstáculos que frenen o dificulten su plenitud y facilitar la participación de todos los ciudadanos en la vida política, economía, cultural y social.

Como lo intenta con medidas como la de un mínimo legal de participación femenina en las empresas, y en ternas para cargos públicos; tal protección ha sido bastante atacada, por los seguidores de la llamada “meritocracia”, ya que se excluyen personas mas idóneas para tales puestos. Ese tipo de disposiciones legales pretenden solucionar ese problema. Pese a ser controversiales, han generado en ciertas áreas una reducción de la segregación, lo ideal seria que cada cargo lo obtuviera quien lo merece, pero lo cierto es que la meritocracia es una “falacia” y la mayoría de los cargos son ocupados basándose en clientelismo y observaciones subjetivas. Una manera de generar conciencia de esto es imponer normas que exijan proporciones de géneros o razas.

Aun hoy sigue existiendo desigualdad entre hombres y mujeres, como en su memento fue informado, existiendo casos que las mujeres con los mismos grados de estudio ganan menos que los hombres.

Sin embargo, la participación de la mujer en los cargos de elección es mínima y hasta decepcionante, al recordar que en las pasadas elecciones las mujeres solo lograron 99de las mil noventa y nueve alcaldías del país y solo una de las 32 gobernaciones.

En conclusión, ha sido un largo y tortuoso camino por parte de la mujer para conseguir sus derechos políticos, como también luchar por sus demás derechos, pero aun queda camino por recorrer por parte de las mujeres para buscar acabar la discriminación.

Pero es claro que si en algo se equivocan los movimientos feministas, y es que ellas pretenden una igualdad absoluta entre hombre y mujeres, y a veces pasan incluso al punto de querer una denominación sobre el hombre. Esta igualdad absoluta es imposible, ya que, simplemente somos distintos, las mujeres tienen un papel preponderante en la vida cotidiana del mundo. Una mujer puede ser tanto o más capaz que un hombre para poder desempeñar un trabajo. Hay labores en las que los hombres nunca podremos tener el desempeño que ellas y no me refiero solo a las relacionadas con la maternidad, al igual que la mujer no le será fácil hacer trabajos en los cuales los hombres tenemos el papel preponderante. Como lo dice la misma Florence Thomas “Buscar una igualdad absoluta era una tontería, esa replicar eso contra lo que estábamos luchando”[9]

BIBLIOGRAFIA

v http://www.elespectador.com/

v http://www.fademur.es/

v http://www.caretas.com.pe/

v http://www.observatoriogeneroyliderazgo.cl/

v http://www.historiasiglo20.org/

v http://www.lablaa.org/

v Constitución Provincial de Vélez, Santander


[1] En línea, [http://www.lablaa.org/blaavirtual/revistas/credencial/julio2003/inedito.htm]

[2] ídem

[3] Ver Constitución Provincial de Vélez, Santander, art 7.

[4] En línea, [http://www.lablaa.org/blaavirtual/revistas/credencial/julio2003/inedito.htm]

[5] En línea, [http://www.historiasiglo20.org/sufragismo/triunsufrag.htm]

[6] En línea, [http://www.observatoriogeneroyliderazgo.cl/index.php?option=com_content&task=view&id=465&Itemid=2]

[7] En línea, [http://www.caretas.com.pe/1485/voto/voto.htm]

[8] En línea, [http://www.fademur.es/_documentos/conferencia75aniversariovotofemenino.pdf]

[9] En línea, [http://www.elespectador.com/imagen-florence-thomas]