martes, diciembre 02, 2008

La batalla de Junín

Por Manuel Araújo González
Fue uno de los últimos enfrentamientos que sostuvieron los ejércitos realistas e independentistas para lograr la independencia de Perú. La victoria fue para los independentistas lo cual aumentó su moral en las tropas, el encuentro fue en la pampa de Junín, fue una batalla feroz, no se oyó un solo disparo ya que la batalla de Junín se realizó a punta de sables, bayonetas y las lanzas de los llaneros venezolanos. Simón Bolívar logra juntar para la batalla de Junín 8.000 hombres con los cuales consiguió el triunfo contra los realistas, dicha batalla significó la primera gran derrota realista a pesar de que estos tenían mayor número de hombres (tenían un ejército de 18.000 hombres), con razón Bolívar dijo: “!Peruanos! la campaña que debe completar vuestra libertad ha empezado baj los auspicios más favorables. El ejército del General Canterac ha recibido en Junín un golpe mortal, habiendo perdido, por consecuencia de este suceso, un tercio de sus fuerzas y toda su moral. Los españoles huyen despavoridos abandonando las más fértiles provincias, mientras el General Olañeta ocupa el Alto Perú con un ejército verdaderamente patriota y protector de la libertad ¡Peruanos! Bien pronto visitaremos la cuna del Impero peruano y el templo del sol. El Cuzco tendrá en el primer día de su libertad más placer y más gloria que bajo el dorado reino de sus Incas“ Cuartel General del Ejército Unido de Huancayo, 13 de Agosto de 1824. “La campaña no había terminado, pero con este triunfo se aseguraba el dominio y se acercaba la victoria en el continente, para vivir con libertad era necesario declarar la independencia de toda América o de las “provincias Unidas del América del Sur”, como consta en el acta de independencia, en la ciudad de Tucumán, el 9 de julio de 1816” y se expidió un decreto en el cual se le rendía honores a Simón Bolívar y a su ejército triunfador en Junín y en Ayacucho. Simón Bolívar ha quedado como un héroe y se le conoce como el libertador de Perú, Bolivia, Colombia, Venezuela, gracias a estos logros obtenidos por Bolívar la sociedad cree que él fue un héroe, no tuvo debilidades, fue un hombre transparente y honesto. Pero la realidad es otra, el hombre generalmente se pone “mascaras” para ocultar su verdadera identidad, su verdadera personalidad. Sólo en situaciones extremas necesita poner a prueba y exponer a los demás su verdadero talante para salir victorioso o totalmente derrocado. Eso le sucedió a Bolívar cuando era presidente de Perú. Allí despojado como él mismo dice “de todas ilusiones juveniles”, se dispone a combatir por su propia gloria, aunque tenga que pasar por encima de todo el mundo. Mi gloria consiste en no mandar y no saber nada más que de mí mismo, con estas expresiones Bolívar nos muestra un hombre egoísta, frívolo, dispuesto únicamente a disfrutar de los encantos de Lima, donde las damas son muy agradables, este hombre es diferente al héroe que todos hemos alabado y admirado en la historia de nuestras Repúblicas Independiente. Como dicen los autores Salvador de Madariaga y José Rafael Sañudo; Bolívar es un hombre cobarde, débil y no merece ser reconocido como héroe. Esto lo podemos comprobar pocos meses después cuando Bolívar le confiesa a su gran amigo Santander el 23 de enero de 1824, que “los negocios y las tramoyas de las que disfrutaban en Lima” lo habían vuelto a enfermar, en tanto que los “Quiteños y los Peruanos no querían hacer nada por su país”. En efecto, la situación en estas dos regiones de las naciones que él mismo había libertado no podía ser más devastadora. Así, como lo describe Salvador de Madariaga en su libro Bolívar. Esta situación contrastaba radicalmente con la situación de los patriotas donde al igual que en los tiempos de la Patria Boba, todavía las luchas intestinas entre los caudillos de las diferentes regiones impedía la consolidación definitiva de la naciente y mal lograda nación. Nadie se podía imaginar que en “aquel hombre flaco y extenuado sentado en una silla vaqueta, recostado contra la pared en un pequeño huerto”, saliera cuando alguien le preguntase que iba a hacer ante tan difícil situación, su célebre grito “triunfar”.