Por José A. Hofmann Delvalle
Después de haber analizado todas las afirmaciones de Bolívar en su Carta Póstuma que en un principio dijimos que “deben ser ciertas –pues nadie se atribuye a sí mismo defectos que no tiene-“, encontramos que tal vez por la desilusión que le causó el fracaso de las nacientes repúblicas y los constantes ataques de sus enemigos, Bolívar contrarió la naturaleza humana endilgándose defectos que no tenía o magnificando los que le eran propios a su naturaleza humana.
Para comprobar esta afirmación, contrastemos las afirmaciones del Libertador con las fuentes que tuvimos disponibles para efectos del presente trabajo.
“Mi cuna se meció entre las cadenas del privilegio. Nací esclavo de la pasión de mando, menos libre, como hombre, que los negros a los que llamaba esclavos”. A pesar de que "tanto la estirpe paterna como materna, los Bolívar como los Palacios aportaban a la familia del Libertador tradiciones de riqueza, bienestar y poder social" , esto nunca le impidió a Bolívar convivir “con los esclavos y mestizos que trabajaban en la plantación” de su familia. Tal y como dijimos en las citas que antecedieron a este trabajo , “si bien Bolívar es un aristócrata por nacimiento, la muerte de sus padres a tan temprana edad, cuando solo contaba con 9 años, lo obligaron a compartir con la gente de la entraña de nuestro pueblo”. Por lo tanto, la cuna de Bolívar o mejor dicho su infancia no “se meció –tanto- entre las cadenas del privilegio”, ni era tan “esclavo de la pasión de mando” como él mismo pensaba.
Toda mi vida fui esclavo de mis pasiones (…) Fui cruel”. Si bien Bolívar era un líder autoritario que no dudaba en utilizar todos los medios que tenía disponibles para lograr sus fines, tal y como lo revela la instrucción que impartió a sus subalternos en el fusilamiento de Piar, “los intereses de la patria deben ocupar un sitial preferencial, por encima de nuestros intereses personales. La lealtad recibe como recompensa el agradecimiento eterno de la nación. La traición, sólo merece la muerte” , sus “sentimientos nobles y liberales” , le impedían ser siquiera algo parecido a un mercenario o siquiera un hombre “cruel” en el pleno sentido de la palabra. Si solía ser severo como él mismo lo dijo, era “solamente con aquellos que pretenden destruirnos" o mejor dicho acabar con su campaña Libertadora. Tanto fue así que cuando sus enemigos atentaron contra él y fueron neutralizados, él decide amnistiar a todos los conspiradores.
“Fui ambicioso; y para satisfacer mi ambición, no vacilé en desgarrar apenas seca su tinta, las Constituciones que había jurado respetar”. Aunque Bolívar creía seriamente que “en la República el ejecutivo debe ser el más fuerte porque todo conspira contra él, en tanto que en las monarquías el más fuerte debe ser el legislativo, porque todo conspira a favor del monarca” y en base a esto estableció lo que muchos llamaron su “dictadura” que le dio a Bolívar la facultad de su Decreto Orgánico de la Dictadura (1828) de “5. Expedir los decretos y reglamentos necesarios de cualquiera naturaleza que sean, y alterar, reformar o derogar las leyes establecidas” lo hizo en el marco de las leyes, y pensando siempre en restablecer “la tranquilidad nacional” . No era como diría Aristóteles, una forma de Gobierno deformada que buscaba conseguir el interés personal del Gobernante, o mejor dicho una tiranía. Era lo que llamaríamos en términos actuales como un Estado de Excepción, de carácter puramente temporal cuyo principal objetivo era “restablecer el orden”, cuando éste se veía turbado.
En conclusión, si bien Bolívar era simplemente un hombre, todas su fuerza, con sus defectos y cualidades, estuvieron siempre orientadas hacia un único objetivo: la libertad y el porvenir de todos los pueblos de Hispanoamérica