sábado, mayo 19, 2007

¿Frente al problema del capital y la propiedad de la tierra pueden logarse las ideas socialistas en Colombia? - Zuluaga

¿Frente al problema del capital y la propiedad de la tierra pueden lograrse las ideas socialistas en Colombia?

Por Alonso Zuluaga Sagre

Una reflexión en este sentido es válida plantearla revisando si pueden darse las condiciones de ideas socialistas en Colombia, habida cuenta de la solidez de la democracia que ha sido considerada entre las más sólidas de América Latina y la situación de violencia que ha vivido el país.

Jorge Eliécer ha sido uno de los defensores de estas ideas desde principios del siglo 20. Jorge Eliécer Gaitán (1903-1948), jurista y político colombiano, quien fuera alcalde de Bogotá y entre 1938 y 1946 ministro de Educación y de Trabajo, organizó un movimiento político popular de oposición contra la política caciquil en Colombia, llegando a presentarse en 1946 a las elecciones presidenciales en las que fue derrotado, continuando como líder indiscutible de la oposición.[1]; su tesis de grado como estudiante de Derecho de la Universidad Nacional fue la obra “Las ideas socialistas en Colombia”.

La idea central que plasma Jorge Eliécer Gaitan es que en Colombia los ideales socialistas son viables tanto en lo social como en lo económico pero en cuanto, a política se acoge al liberalismo, demostrando que estas si se pueden dar en nuestro país, evidenciando que las circunstancias si estaban dadas así existiera un incipiente capital, un bajo nivel industrial y unas condiciones muy precarias en cuanto a la propiedad de la tierra[2].

Jorge Eliécer Gaitan afirmo que en lo económico y social somos integralmente socialistas y andan equivocados todos los que pretenden establecer incompatibilidad entre el liberalismo y socialismo colombianos. Esta afirmación la da al estudiar desde el punto de vista de los sistemas, las leyes, los medios, el problema del capital, y el problema de la tierra. Lo positivo de esto es realizar una reflexión y ver que se puede triunfar en revoluciones sin acudir a la violencia como lo hizo el ala revolucionaria del partido liberal encabezada por el Caudillo.

En la obra analizada[3] se observa expresa por el autor que “La pretensión de implantar el socialismo entre nosotros nace de esa singular modalidad de los pueblos incipientes: el mimicismo…………..Pero los sistemas y las leyes han de ser algo más que una pueril imitación. Es auscultando nuestro organismo como podremos mejor determinar nuestras enfermedades y formular sus remedios.”, es decir que los sistemas y las leyes pueden adaptarse de un país a otro siempre y cuando se guarden ciertos aspectos que son inherentes a su esencia y a la naturaleza del país, principio que para la época del autor era valedero y muy dado al importar las ideas y principios de otros sistemas y ordenamientos jurídicos. Sin embargo, en un mundo como el que se vive actualmente la tendencia mundial es hacia la globalización y ya no es el hecho de copiar modelos de sistemas u ordenamientos jurídicos, para imponerlos en su medio a costa de muchos sacrificios, sino de acoplar las mismas a las dinámicas de un mundo en constante y permanente desarrollo, no pensando en sistemas socialistas, sino en sistema pluralistas dentro de un capitalismo que se desenvuelve en distintas formas de integración (Unión Europea- Comunidad Andina de Naciones, etc.) a través de diversas leyes políticas y económicas que dirigen su comportamiento social o de tratados que rigen las diferentes relaciones comerciales (TLC-MERCOSUR). Los sistemas políticos y leyes se están adaptando a unos medios y a unas condiciones que se mueven dinámicamente y en torno a un hecho inevitable: la globalización.

Es cierto que las condiciones políticas en que se movía Gaitan en ese momento no son las mismas en las que se orienta hoy el país. También es cierto, que imponer regimenes foráneos o sistemas diferentes no era ni es la solución, a mas de que Gaitan demostrara en su obra que el proletariado, el asalariado estaba en condiciones desiguales y que no había un bienestar igualitario, equitativo y que las diferencias de clases eran abismales.

Colombia no ha tenido que buscar como solución el socialismo, El estado colombiano ha venido introduciendo principios fundamentales, derechos, garantías y deberes constitucionales; estos cambios, estas innovaciones estas instituciones han venido dándose históricamente, han sido paulatinas y se han logrado a través de las diferentes reformas constitucionales hasta llegar a la reforma de 1991 con la expedición de la nueva constitución[4] que viene a regular unas nuevas relaciones determinando en su artículo 1º. Que “Colombia es un Estado social de derecho, organizado en forma de República unitaria, descentralizada, con autonomía de sus entidades territoriales, democrática, participativa y pluralista, fundada en el respeto de la dignidad humana, en el trabajo y la solidaridad de las personas que la integran en la prevalencia del interés general , establecido en su articulo 2º. Los fines esenciales del estado, los de servir a la comunidad, promover la prosperidad general y garantizar la efectividad de los principios y deberes consagrados en la constitución, así como también facilitar la participación de todos en las decisiones que los afectan y en la vida económica, política, administrativa y cultural.

Javier Sanin S.J.[5] manifiesta que para gerenciar el capitalismo, acrecentar el ambito de las libertades y los derechos humanos, hacer una política independiente de las superpotencias, buscar la participación, controlar las multinacionales, etc., están los partidos tradicionales los que sin llegar a un socialismo utópico, al marxismo o a la social democracia pueden implementar postulados con el apoyo popular. Hoy las condiciones políticas, económicas y sociales no son las mismas a la época de Gaitan, así como tampoco eran necesarias unas ideas socialistas para esa ni para esta época. Colombia ha visto nacer diferentes movimientos sociales ilegales, grupos al margen de la ley como las FARC y el ELN que se alzaron en armas como una voz de protesta y de defensa del pueblo con el animo de tomarse el poder para lograr el bienestar del pueblo, movimientos que a pesar de tener una existencia de varias décadas no han gozado del respaldo popular, impidiendo el desarrollo del país, convirtiéndose en terroristas y narcotraficantes y en enemigos de la sociedad en general, abandonando su ideología si es que la han tenido.

Alvaro Gomez Hurtado[6], en sus reflexiones en torno a su secuestro, manifiesta y en eso estamos de acuerdo, en que la apetencia de bienestar es el gran motor que hay que mantener encendido, queriendo la izquierda siempre convertirla en un mal instinto, al procurar utilizarla como un elemento revolucionario, preconizando que el crecimiento de la economía es malsano, porque concentra el ingreso y sostiene que con lo que ya se tiene basta satisfacer las apetencias, orientando el esfuerzo social, no hacia la producción de nuevos bienes, si no a la distribución de lo existente, siendo este su permanente caballo de batalla, continúa Gomez Hurtado resaltando, que el país se salio de ese esquema, porque las apetencias contemporáneas son crecientes y no dan tregua y que ahí radica el inmenso valor social y económico de lo que hemos descrito como economía informal; agrega que el vendedor ambulante, el que presta servicios de intermediación clandestina, el que vive día a día a base de su ingenio, están y pretenden estar en transito, mantienen la certeza de que llegaran, esa es su fuerza, forman parte del sistema capitalista, porque todos los días están invirtiendo, en la mercancía que venden, en los artefactos que utilizan, tienen una voluntad de incrustarse en el establecimiento, hay que confiar en su capacidad creadora y que si encontráramos la formula de estimularla, habríamos descubierto una nueva técnica de desarrollo y agrega aun mas, que la energía que brota de esa pobreza no es revolucionaria, sabe que no debe ser destructiva porque perdería sus propias posibilidades. la economía informal es también, una fuerza conservadora[7].

En este orden de cosas encontramos que la realidad Colombiana es una constante interminable de cambios fundamentales a nivel constitucional que no ha hecho ni hace necesario la implementación de sistemas socialistas, no es necesario traer ideas socialistas, si bien estamos en mundo globalizado los cambios se traducen como los contempla la constitución y se cumple en un Estado social de derecho, como republica pluralista, democrática y participativa otorgando y defendiendo efectivamente derechos, garantías y deberes constitucionales

Bibliografia

Jorge Eliécer Gaitán." Microsoft® Encarta® 2006 [DVD]. Microsoft Corporation, 2005.

Gaitan Jorge Eliécer, Las Ideas Socialistas en Colombia, Centro Gaitán. Bogotá : Edit Retina, 1988

Es posible el socialismo en Colombia?, Javier Sanin S.J., Revista Consigna Vol. 6, No. 218, nov. 1982,

mez Hurtado, Alvaro, Soy libre, publicación de ediciones gama s.a

“Evolución del Derecho Privado”, Leon Duguit

“El Capital”, Kart Marx.

“Teoría de la Tierra”, D. Ricardo.


[1] "Jorge Eliécer Gaitán." Microsoft® Encarta® 2006 [DVD]. Microsoft Corporation, 2005.

[2] Gaitan, Jorge Eliecer, Las Ideas Socialistas en Colombia, Centro Gaitan. Bogotá : Edit Retina, 1988

[3] Ibidem, p.18

[4] Constitución Política de Colombia

[5]Es posible el socialismo en Colombia?, Javier Sanin S.J., Revista Consigna Vol. 6, No. 218, nov. 1982, pag. 37,38,39

[6] mez Hurtado, Alvaro. Soy libre, publicación ediciones Gama S.A., pag 96 a 99

[7] Ibidem

En busca de un socialismo humanista - Wolffhügel

En busca de un socialismo humanista

Por Erika Dianne Wolffhügel Gutiérrez

Jorge Eliécer Gaitán fue un gran líder que dejó una gran huella en la historia de nuestro país. Arrasó con las masas populares y fue aclamado como caudillo, él reconocía los problemas sociales del momento y hacia grandes críticas.

Su ideología tuvo gran fuerza. Proclamaba una restauración moral y democrática de la República; lo que conllevaba a ser la moral un punto clave de la sociedad y llegando así a constituir la norma de la conducta, el método de hombres que viven en común, la conservación de sus derechos, el impedimento al abuso, etc.

Evidenciaba el modo en que los síntomas de la descomposición universal llegaron a nuestra nación, justificando el “desajuste” que ha tenido nuestro país con la realidad histórica.

Enuncia la gravedad de la existencia de una gran corrupción electorera, la cual es una muestra de tal descomposición, y se justifica de diversas maneras la violación de la ley, encontrándose de diferentes formas: las obras y su realización están sustituidas por las promesas, los ciudadanos no están concientes de su intervención en éstas, el compro de votos, el fraude… Se habla de cosas maravillosas para la defensa de los hogares obreros y la clase media pero se queda eso simplemente allí, en palabras.

Hablaba de la necesidad de una restauración. El origen de su movimiento es el gran problema nacional y del momento histórico. La razón de su censura a los hechos y actitudes es afirmar “que debemos hacer todo lo contrario y que tenemos la sensación de poderlo realizar”[1]. En la lucha por el Estado menciona:

“no puede prevalecer la psicología del avaro que se regordea con las riquezas obtenidas, sino la del navegante que deja atrás el camino recorrido y solo se preocupa por vencer el escollo que obstaculiza su ruta, poniendo todos los medios para salvar las dificultades futuras, con el ansia permanente de llegar al puerto perseguido.”[2]

Ve así la necesidad de la restauración de la democracia, la cual percibe como la expresión de la libertad para poder realizar la oposición a las fuerzas que tienen la personería del Estado, lo cual es necesario para el funcionamiento de la democracia, para así limitar y estimular a quien manda y evitar que se presente algún abuso: “En su concepto, el país necesitaba muchos cambios sociales y la democracia era la mejor manera de lograr que esos cambios se llevaran a cabo”.[3]

Expresa que las intenciones se deben concretar en realidades y los programas en hechos. Los ciudadanos requieren y necesitan una administración fácil, rápida y eficaz, lo cual se puede llevar a cabo con el ascenso para que el trabaja y es capaz.

Hace graves críticas al régimen liberal según la oligarquía, ya que para ellos es correcto callar cuando algún funcionario del partido realiza conductas indebidas, ya que afirman que sería ir en contra de su régimen, por lo cual se refiere de este modo: “¡Que innoble concepción de un régimen y que profundo desprecio por la dignidad humana de los hombres que formamos el partido liberal!”[4]. Es así como muestra su crítica a cierta parte del partido liberal, expresando que en un régimen liberal el mandatario es un delegado del partido que debe estar provisto de un conjunto de principios. Como lo dice la historia del partido, afirmando que: “significa la defensa de la legalidad, lucha por la verdad…”[5].

“La política tiene que orientarse con el curso de los nuevos tiempos… el Estado fue un día teocrático y después metafísico, ¡Pero ahora tiene que

ser humano!”[6] Es así como la ley está determinada a las necesidades del hombre por lo cual los objetivos de la actividad del Estado son los tres aspectos de la vida del hombre: condiciones de salud, de nutrición y de hogar higiénico. Se debe retomar al hombre maltratado y olvidado.

La educación es otro pilar muy importante para elevarse y superarse. Hay que motivar el espíritu de los individuos de la sociedad para que no

sigan apareciendo doctores superficiales que solo lo sean por el valor del título.

Colombia necesita más riqueza y menos pobreza, debiendo haber un estímulo para la creación de la riqueza agrícola, industrial y comercial.

El Estado no debe limitar su cooperación en la creación de la riqueza asegurando que esa ayuda beneficie a los tres factores que intervienen en esa creación: el trabajador, el empresario y los medios de producción.

El hombre es un ser social por lo que al estimular la organización para la defensa de sus intereses, viene a ser ventajoso para la sociedad la organización sindical como un medio el cual aporta ventajas a las relaciones entre los empleados y patronos.

Su pensamiento y su carisma impactaron a todo un pueblo, lo movilizó completamente, el cual vio en él una salvación ante un inconformismo con la realidad social. Como lo dice Jorge Mario Eastman Vélez: “No era un filósofo, ni un sociólogo, ni un historiador en sentido profesional o académico, pero en esos campos había cosechado las nociones que necesitaba para cumplir la tarea agitacional y renovadora…”[7], es así como su buena formación académica le dio un gran poder a su retórica arrasando con todo un pueblo que quería un cambio.

Se ha resaltado su gran ideología al observarlo como un político que sobrepasó a los demás de su generación[8].

Quería transformar una sociedad “de abajo para arriba”[9], es decir, revolucionariamente. Su meta inicial fue socializar al partido liberal, habla también de un socialismo humanista, reclamando que:

“…el hombre pueda gozar del fruto de su trabajo. Reclamar que al hombre, por el hecho de ser hombre, no se le trate como bestia. Que no

baste asegurarle la subsistencia física, sino que es necesario facilitarle los medios de cultivar su espíritu.”[10]

Su meta era restaurar la democracia, quería ver que las pretensiones se concretaran en realidades y los programas en hechos, sabía que se necesitaba una administración eficaz. Quiso ver un país donde hubiese menos pobreza y más riqueza, quiso dar solución a los problemas sociales.

Creyó en la necesidad de un Estado nacionalista y popular, no debiendo ser expresión de una minoría privilegiada que no atiende los intereses de la mayoría si no: “un Estado para la vida económica y social de todo el pueblo”.

A través de la elocuencia de su oratoria cautivó a todo un pueblo. Su ideología revolucionaria, sus promesas de prosperidad y sus acciones hicieron que se convirtiera en el líder de un pueblo, el cual veía en él una esperanza.

Él nos muestra que se puede seguir adelante si se cree en lo que se lucha.

Su huella será imborrable a pesar de que muchos no lo siguieran, dado que a pesar de que no se haya estado de acuerdo con su ideología fue un hombre de gran talante que quería realizar obras buenas en nuestro país,

y así cambiar la cruda realidad de aquel entonces; aunque, no se si paradójicamente, enuncia problemas que actualmente están en nuestra nación. Para cambiar esa constante presente necesitamos dejar de lado la buena oratoria y convertir los discursos en hechos. Y quizás por su prematura muerte muchos de sus planes quedaron simplemente en un papel, es por eso que no hay que esperar sino dedicarle más tiempo a la realización de actos que mejoren los problemas que han acaecido en nuestro país a lo largo de toda su historia, tomando como referencia éste hombre que dejó un vestigio en nosotros, así algunos lo siguieran o no, su existencia marcó un precedente en nuestra nación.


[1]GAITÁN JORGE ELIÉCER, Torres Restrepo Camilo, García Antonio, Molina Gerardo, Montaña Diego, Democracia radical en Colombia, Editado por: Fundación para la Investigación y la cultura, Pág. 30, Bogotá, 2003

[2]Ibíd. Pág. 31

[3] http://www.memo.com.co/fenonino/aprenda/historia/republica-liberal2.html

[4] GAITÁN JORGE ELIÉCER, Torres Restrepo Camilo, García Antonio, Molina Gerardo, Montaña Diego, Democracia radical en Colombia, Editado por: Fundación para la Investigación y la cultura, Pág. 39, Bogotá, 2003

[5] Ibíd. Pág. 40

[6] Ibíd. Pág. 42

[7] EASTMAN VÉLEZ Jorge Mario, Trece pensadores del liberalismo social, Servigraphic, Pág. 105, Bogotá, 2000.

[8] Ibíd. Pág. 105

[9] Ibíd. Pág. 107

[10] Ibíd. Pág. 110

Estudios constitucionales (Caro) Vergara

“ESTUDIOS CONSTITUCIONALES”

Miguel Antonio Caro

Por Gabriel Eduardo Vergara Acosta

En el libro de Miguel Antonio Caro, “Estudios Constitucionales” se plasman sus ideas fundamentales y su visión del deber ser de un pueblo. Comenzando en primer lugar por las bases de la reforma de 1885, que serian firmadas y presentadas al presidente Rafael Núñez por los delegatarios de los Estados de La Unión, que fueron sometidos a consulta y referéndum del pueblo de Colombia, que posteriormente se convertiría en la constitución mas duradera y estable en la historia de Colombia, que no seria cambiada sino 105 años después de su sanción y puesta en vigencia. Aunque tuvo reformas se mantuvo su esencia, y es tanto así el pensamiento de quien fue nuestro presidente el señor don Rafael Núñez en cuanto a que su opinión era en cuanto al tema religioso que según él Bolívar había pensado en todo afirmando que “en su ultima proclama a aconseja ” Todos debéis trabajar por el bien inestimable de la unión: los pueblos obedeciendo al actual gobierno para libertarse de la anarquía; los ministros del santuario dirigiendo sus oraciones al cielo, y los militares empleando su espada en defensa de las garantías sociales”[1], en esta proclama esta el señor Núñez hablando acerca de “la cuestión religiosa”.

Es evidente que fue idea fundamental de Caro que la duración de una constitución debe estar apoyada en un orden social “la duración de las leyes políticas, orgánicas del Estado, mantenidas por acuerdo tácito y firme, por el respeto de los pueblos, indica que una nación esta realmente constituida. La ley humana, la ley escrita, es, por si sola ineficaz; solo es poderosa y santa cuando su origen es respetable y respetado, cuando en los grandes acontecimientos de la historia se reconoce la acción de un poder divino que adoctrina, castiga y premia a las naciones, y les concede extraordinarias para constituirse y engrandecerse. Entonces el orden legal es solidó, porque se apoya en el orden moral y en la fe religiosa de la sociedad.”[2]

Frente a la constitución del 86 Caro pensaba que se podía considerar como la resurrección de la del 43, con algunas modificaciones además de las necesidades de los tiempos que como se menciona era necesario para la regeneración. Un apoyo moral básico en lo religioso, por esto era necesario poner especial empeño a fomentarla y difundirla. Es así como aparte de nuevos aportes que dio la constitución del 86 a la reorganización del estado tras la degeneración, se pasa en las bases a decir que la soberanía reside única y exclusivamente en la nación. Añade en el articulo sexto que reconoce a la religión católica como la de casi toda la totalidad de colombianos por tanto gozara de cierto tipo de privilegios como personería jurídica, estar encargados de la educación publica, y tener injerencia en las relaciones del estado civil; finalmente después de la aprobación de las bases seria presentado el proyecto de constitución de Caro que comenzaría de la siguiente manera “ En nombre de Dios, fuente suprema de toda autoridad.” , esto lo criticaría don José Maria Samper, diciendo que “no ha querido hablar en nombre del pueblo colombiano, ni invocar la soberanía de este como titulo de autoridad política. Ha buscado la fuente suprema la que es la mas mediatamente, mas arriba y mas en lo profundo de las cosas- y ha dicho: Dios es la fuente suprema de toda autoridad.” Pero después se pregunta “¿Qué se ha querido decir con esto? ¿hace pretendido fundar un gobierno mas que temporal, o un gobierno temporal pero de origen divino, a semejanza del que los reyes han pretendido fundar y mantener por derecho propio y como ungidos de dios, o por misteriosa delegación de dios?” y finalmente añade “No. Se ha querido proclamar simplemente una doctrina filosófica o una verdad científica.”[3] Y es en esta época donde se estaba en los excesos de la degeneración debían surgir unas bases morales lo suficientemente fuertes como para comenzar la regeneración, es así como se ve necesario que aparte de organizarnos en un estado centralizado cuya soberanía radica en la nación, también se debe fundar un régimen confesionario basado en el sistema concordatal.

Se le dio predominancia a la iglesia católica y suficiente poder como para llamarlo un estado confesional, se les reconoció la indisolubilidad del matrimonio, también se encargaban del registro civil que aun en esta época era considerado ya en otros países como una practica anacrónica que generaba serios problemas, además de esto se les daba la administración de la educación, de los cementerios y lo que se denominaban los territorios de misión donde el estado todavía no hacia presencia y la iglesia ejercería procesos de evangelización, todo esto fue dado en la constitución del 86 y además en el concordato Vélez y Rampota que fue celebrado entre Colombia y la santa sede en 1887 y duro vigente hasta 1974. Fue tanta la unión estado iglesia después de la era de los excesos que incluso se llego a indemnizar una parte mínima de los bienes confiscados a la iglesia.

La constitución definió con bastante claridad los aspectos fundamentales del proyecto político de Núñez y de los regeneradores. Es así como en la enciclopedia nueva historia de Colombia dice “el objetivo esencial era claro: se trataba de garantizar el orden del país. Y se confiaba que el orden se apoyaría sobre una serie de elementos básicos: la centralización radical del poder publico, el fortalecimiento de los poderes del ejecutivo, el apoyo a la iglesia católica y la utilización de la religión como fuerza educativa y de control social.”[4] Adicionalmente, era tanto el auge de algunos regeneradores como el señor Calderón que en sesión del día 18 de mayo de 1886 donde se discutía el tema de la religión se quería dejar el articulo de la siguiente manera: articulo 35 “la religión, católica, apostólica, romana, es la de la nación; los poderes públicos la protegerán y aran que sea respetada como esencial elemento del orden social”. A esta se le hizo una modificación que más bien es un aclaración por parte de H. Señor Calderón dice: “la nación reconoce que la religión católica es la de la casi totalidad de los colombianos para los efectos siguientes 1.Estatuir que la Iglesia católica gozará de personaría jurídica; 2. Organizar y dirigir la instrucción publica en consonancia con el sentimiento religioso del país; 3. celebrar convenios con la sede Apostólica, a fin de arreglar las cuestiones pendientes entre la potestad civil y eclesiástica[5]. Es evidente que era el sentir en la coyuntura política del 86 que sin la restitución de la iglesia en esa simbiosis entre el gobierno y la religión seria imposible la regeneración y además llegar a tener el suficiente apoyo en los antiguos estados federados sin un control social tan eficaz como lo es la iglesia católica. Además de esto en la inclusión en el capitulo constitucional de los derechos civiles ordenaban a los poderes públicos a proteger y respetar a la religión y “al establecer que la educación primaria pública, aunque gratuita, no seria obligatoria.”[6].

A los no cristianos se les establecía el derecho a no ser molestados por sus creencias, y a ejercer su culto en cuanto a que no fuera contraria a la moral cristiana, y conjuntamente se le eximia a la iglesia de impuestos y la autorización de la constitución para celebrar convenios con el vaticano y establecer las relaciones entre el poder civil y el eclesiástico.

La constitución de 1886 fue notable y al mismo tiempo por su supervivencia de tanto tiempo que llego a ser una de las constituciones mas antiguas de Hispanoamérica y del mundo que aunque es evidente que incurrió en muchos excesos en cuanto el lema era hacer todo lo que fuera necesario, posteriormente se armonizo con la realidad política con las reformas de 1910 y de 1936.

En la coyuntura del 86 “correspondía a las necesidades sentidas de los grupos dirigentes sobre la disminución del federalismo. La eliminación del conflicto entre el Estado y la iglesia y el establecimiento de un sistema político que pudiera garantizar la paz y el orden.”[7], en casi todos los aspectos la constitución de 1886 ofreció una respuesta que correspondía a las demandas del país, que incurrió en algunos excesos en cuanto intento ir contrario a todo lo que representaba la constitución de 1863, el centralismo excesivo que aunque no puso muchos problemas si tuvo problemas en cuanto a la homogeneidad del gobierno y la imposibilidad de los opositores de acceder al poder publico debido a la ley de oposición.

Además de unos claros excesos en los poderes al ejecutivo que dio como fruto el articulo k que autorizaba al gobierno para prevenir y reprimir los abusos de prensa mientras no se expidiera la ley de imprenta, que dio que las medidas restrictivas de la libertad de prensa, se tradujeron de inmediato en clausura de periódicos y sanciones ejemplarizantes para los editores. El régimen demostraba para algunos su debilidad en el curso libre de las ideas. Ademas del articulo l que declaraba con plena vigencia los actos legislativos expedidos por el presidente antes de la sanción de la constitución.

Podemos concluir que la constitución del 1886 establece una amplia y fuerte unión entre el estado y la iglesia, lo cual genero que la carta fuera calificada de confesional y produjera una fuente de enfrentamientos políticos y sociales, los que produjeron posteriormente guerras civiles que no necesariamente tuvieron inspiración religiosa pero si una motivación de discrepancia con la carta política colombiana y entre sus dos partidos tradicionales el liberal y el conservador.

BIBLIOGRAFIA:

  1. Pabon Nuñez, Lucio. “CENTENARIO DE LA CONSTITUCION DE 1886. N.N imprenta 79.
  2. Caro, Miguel Antonio. “Estudios constitucionales. Editorial Iquema- Bogota. Pág. 41.

  1. “Nueva Historia de Colombia. Editorial Planeta 1989.

  1. Samper, José Maria. “DERECHO PUBLICO INTERNO DE COLOMBIA, Comentario científico de la constitución de 1886. Bogota imprenta la luz 1886.

  1. Constitución de 1886.
  2. Consejo Nacional Constituyente. “ANTECEDENTES DE LA CONSTITUCION DE 1886 Y DEBATES DEL PROYECTO EN EL CONSEJO NACIONAL CONSTITUYENTE. Bogota librería Americana 1913.


[1] Núñez Pabon, lucio. Centenario de la constitución de 1886.N.N imprenta 1979. [2] Caro, Miguel Antonio. “Estudios constitucionales. Editorial Iquema- Bogota. Pág. 41. [3] Samper, José Maria. “DERECHO PUBLICO INTERNO DE COLOMBIA, Comentario científico de la constitución de 1886. Bogota imprenta la luz 1886. [4] “Nueva Historia de Colombia. Editorial Planeta 1989. [5] “Antecedentes de la constitución de 1886 y debate del proyecto. Bogotá librería americana 1913

[6]Nueva Historia de Colombia. Editorial Planeta 1989. [7] “Nueva Historia de Colombia. Editorial Planeta 1989.

Caro: religión, nacionalidad y regeneración - Vargas

Caro: religión, nacionalidad y regeneración.

Por David Ricardo Vargas Ríos

Es entonces sustancialmente importante trazar un perfil intelectual de Miguel Antonio Caro para emprender el desarrollo de los objetivos propuestos. Así entonces, se ve en Don Miguel a un hombre culto, escritor y doctrinante, que dejó en sus escritos un conjunto sistemático de pensamiento que constituirá una tendencia casi imperante a la hora de la orientación política de Colombia. Sus escritos poseen entonces, a grandes rasgos, la divina capacidad de la persuasión y el convencimiento, sin dejar de lado la facilidad que tenía para plasmar en sus escritos como periodista sus fuertes ideologías políticas, llevando a colación en sus artículos cuanto tema de la vida pública le era posible alcanzar.

De esta manera queda claro, que no es posible fundamentar su pensamiento en una razón meramente casuística y temporal, ni atribuirle el mismo al liberalismo radical de su época, sino más bien al forjamiento del carácter conservador, dogmático y rígido del que siempre hizo alarde, cuyo principio fundamental fue la autoridad como fuente suprema del razonamiento, al punto de llegar hasta a transgresiones a la lógica misma.

Se llegó a elogiar el pensamiento rígido de Don Miguel Antonio, algunos por considerar lógicos sus argumentos y otros por la consecuencia ideológica de sus actos, es decir siempre fue un hombre que actuó conforme a sus ideologías tanto en la vida política como en su obrar social. Pero retomando, no se puede aislar su calidad de excelente orador y escritor, al tiempo que la facilidad que aplicaba a la hora de los sofismas, lo hacían en ocasiones preciosamente contradictorio, por lo que no basta leerlo una vez para comprenderlo sino que merece un examen más detenido, por ejemplo: “… un buen católico no puede usar para con su adversario sino un alengua semejante a éste: “yo entro con vos a discusión para probaros que mi fe puede defenderse con las armas de la razón ; y esto para honra de Dios y para aprovechamiento nuestro. Deseo lograr venceros con las armas de la razón, a fin de inclinaros a mi fe. Más si lográis vos dejarme sin respuesta en esta discusión, no por eso me daré por vencido; pues yo tengo el asilo de mi fe, a donde no alcanzan los tiros del raciocinio.” [1] . Vemos entonces claramente que aunque intenta atribuirle sus argumentos a la razón, cuando ve la posibilidad de estar derrotado revela su verdadera fuente de veracidad para todos los campos del pensamiento, cualquiera del que se trate, dicha fuente por su puesto es Dios a través de la Iglesia Católica.

Así pues esa personalidad religiosa y su espíritu dogmático lo ponían en una situación precaria y de intransigencia que no le permitía ceder ante ningún argumento válido que pudiera contrariar sus creencias. Es éste entonces el pensamiento que se convirtió en la vértebra de la Constitución de 1886, donde se ve claramente su preferencia y supeditación de un mandato de la razón a un mandato externo, el religioso. Caro ve en el racionalismo una especie de filosofía soberbia, sectarista “ que profesa el juicio privado como principio esencial de su creencia[2], y por lo tanto no entiende ninguna posibilidad de realización sin la presencia de la autoridad, pero una autoridad realmente severa y que también postulará en otro de los temas que nos interesan, la educación, respecto de la cual dice: “la educación bien entendida y bien dirigida es, en efecto, la negación más explícita de la libertad sin límites del pensamiento y la palabra. Educar es enseñar, por medios más o menos eficaces, a pensar con rectitud, a hablar con decoro, y a obrar bien[3] .

En consecuencia, todo vestigio de autoridad tiene un origen divino, y su fundamento son los textos antiguos, padres de la iglesia y hasta teólogos, configurando su deseo más férreo el hecho de llevarlos a la práctica, y pregonando su propia teoría constitucional, pues aunque acepta que la Iglesia y el Estado son potestades diferentes y armónicas, también reconoce un poder superior al temporal, el espiritual, que reside en una sociedad universal, la Iglesia, mostrando claramente una sumisión de aquél frente a ésta.

Este pensamiento se consolidó en diario vivir y la práctica habitual de la vida nacional, donde era imprescindible tener claros principios como la capacidad de la iglesia de reprender a los gobiernos, cuando a su juicio, se separan de sus mandatos, la intervención activa en la política etc., pues la única manera de mantenerse al lado es cuando la política sea una actividad meramente administrativa.

El siguiente paso para combatir el radicalismo liberal, era llegar al seno de la sociedad, al individuo en sus familias y la manera más inteligente era a través de la educación, que siempre manifestó ser para él un punto prioritario en el gobierno, y que recordamos claramente en la Constitución del 86 y en su discurso de posesión como Vicepresidente de la República el 7 de agosto de 1892. Esto revela de manera trascendente su feroz enemistad con la educación laica pregonada por la Constitución de Rionegro. No se podía entonces aceptar por parte del Partido Conservador una educación en principios científicos sin la obligatoriedad de una educación estricta y tajante en la religión, por lo cual entre otras cosas se opuso fervorosamente a la importación de maestros protestantes de Alemania pues, “niños católicos piden maestros católicos, es tiránico criar ovejas en el seno de lobos”[4].

Visto a grandes rasgos el pensamiento de Caro, se puede vislumbrar que es un ideario a las teorías conservaduristas de lege data, pues ve en la Iglesia un modelo de perfección social, y al parecer no tuvo en cuenta la cantidad de calamidades que ésta había cometido a lo largo de la historia, ni la cantidad de aberraciones de las cuales es titular, ni la corrupción en su interior, ni el retraso en el que sumió a la humanidad por mas de 8 siglos, dejando los derechos a un lado para dar paso a la autoridad. Si bien es cierto que todo en extremo es malo, y que la virtud se encuentra en un punto medio, lo que logró en cambio fue una cultura cerrada, una Constitución que fue igual de extremista a la anterior, aquí no hay ánimo en defender ningún extremo, como se dijo antes, la medida justa es la razón. Aún así ese fue el momento histórico que la nación se vió obligada a vivir, y está bastante alejado decir si era completamente necesario o si pudieron darse soluciones con caminos diferentes, lo que es una realidad es que la nación se sumergió en un cauce contrario al llevado por el mundo, dejando un rastro de atraso en el desarrollo de las ciencias y el arte entre otras cosas.

Damos así paso al segundo interrogante de manera superflua al terminar con el primero, cuando entendemos que Caro vió en la religión no solamente un pilar para el forjamiento de la nacionalidad como presupuesto máximo de la Constitución del 86, sino como el dique a ideas que pudieran poder en riesgo su propia tradición. Volvimos entonces a la colonia, a culturizar al indígena, a catequizar en la religión católica. Un verdadero movimiento restaurador fundado en dos pilares de una cohesión nacional, la lengua española y la religión católica consagrados como tales en la Carta del 86.

Entonces queda claro que es posible afirmarse que Colombia vivió bajo la sombra de un Estado confesional por mas de un siglo, y aunque el ascenso del liberalismo en el 30 y la posterior reforma del 36 garantizaron de alguna manera la libertad de conciencia y de culto, no fue sino hasta la Constitución del 91 [5] que Colombia adoptó una forma de Estado moderno.

Es hora pues de retomar lo que dejamos en el tintero, es decir, la posibilidad de entender la nacionalidad, según Caro, como una respuesta lógica a una situación histórica, sin que esto implique, como ya se afirmó anteriormente, que el ideario político y filosófico de él llevan una trascendencia superior y están ligados más bien a su personalidad dogmática y estricta.

Es preciso desarrollar el segundo aparte del ensayo con una cita textual, donde entre otros, marca Caro parte de su idea de nacionalidad: “El doctor Nuñez no entregó el país al partido conservador, lo entregó a una cosa más grande, que se llamó nacionalismo. Que esto fuera bueno o malo es otra cuestión. Pero yo sostengo que cuando el doctor Nuñez entregó el país al nacionalismo, no cometió traición; por eso tengo que sostener esa causa. ¡La sostendré hasta la muerte! “[6]

Se pueden inferir de el párrafo que la nacionalidad es la que contiene la soberanía del Estado, una idea muy de moda en la época, el Estado-nación, y de manera imperante en las Repúblicas Unitarias, por lo que entre otras cosas, cuando el delegatario del Estado del Cauca, general Rafael Reyes, propuso que los Estados antes soberanos, no perdieran su nombre de “estado”, Caro se opuso rotundamente y explicó la necesidad de cohesión y la imperativa gramática al respecto, dejando claro que Estado sólo era uno en su denominación genérica y que ellos conservarían sus nombres propios como “Cauca”.

El elemento cohesionante era el catolicismo, pues ya había sido violentado salvajemente por el liberalismo de tendencia radical, extremista y por qué no, hasta socialista, cuando decidió emprender la idea de hostilidad frente al clero, la separación de Estado e Iglesia, impartición del protestantismo y las libertades absolutas, entre las que estaba la religiosa, consolidando así una competencia que el catolicismo no había pedido, y menos aún los católicos.

Después de la Humareda, y frente al palacio de San Carlos, Nuñez pronunciaría las palabras famosas: la Constitución de 1863 ha dejado de existir”. Con esto emprende el gobierno y el movimiento delegatario para la nueva constitución, donde participaría activamente Don Miguel Antonio quien plasmaría en la posterior Constitución los ideales demostrados por el mismo Nuñez. Vemos en dicho momento la manifestación del ideal, el cual más adelante se aglutinará en que la nación reconocerá la personalidad jurídica de la Iglesia, la nación soberana la reconoce como lazo del pueblo, y así mismo se le atribuyen encargos en cuanto a la educación, la representación frente a la Santa Sede etc.

Esto responde entre otros argumentos, a la necesidad según algunos de inculcar la religión en las masas, pues al parecer la criminalidad era una situación grave en la época y se infería que la causa era el destierro de Dios de la vida social. Caro a su vez diría que era la religión Católica y no podía ser ninguna otra, pues era ésta la que había educado a los criollos y había acompañado al pueblo como maestra durante varias décadas había educado a los padres y seguiría con los hijos.

Discutido el tema la concreción no está en otro lado sino en la propia Constitución del 86, donde el art 38 reza: “ la religión católica, apostólica y romana, es de la Nación, los poderes públicos la protegerán y harán que sea respetada como esencial elemento del orden social.

Se entiende que la religión Católica no es ni será oficial, y conservará su independencia”. [7]

Finalmente entonces, la nacionalidad se matiza y es una realidad para la historia de Colombia, partiendo desde la religión, de ésta en la educación y del movimiento regeneracionista, dejando así el campo y con los supuestos estudiados sobre el pensamiento de Caro, decantado en lo posible, para formular ciertas conclusiones al respecto y de observar las implicaciones que esto tuvo para el desarrollo de la vida política y social de Colombia de entonces y de ahora.

Lo primero que es evidente es la supeditación de la verdad de la razón a la verdad teológica, lo cual desemboca directamente en el activismo político vinculado estrechamente con la creencia religiosa, es decir los funcionarios públicos tendrían cierto grado de determinación en la medida que estuvieran mas unidos a la religión, pues se convertiría en heraldos de la causa católica y era inminente llegar a los negocios públicos.

Los segundo, es un aspecto positivo y es el de transformar una soberanía popular, en una soberanía nacional, pues la religión es de la nación y no de la mayoría del pueblo, así se cohesionaría la República Unitaria, además implicaría también el dejar la voluntad en manos divinas y no en el pueblo, por la desconfianza que éste le suscitaba. Esto de igual manera solo cambiará con la constitución del 91 que consagra las libertades de culto y el pluralismo étnico fuentes del organismo democrático y de participación estatal, obviamente sin perder los lineamientos de la nacionalidad.

En tercer lugar, nos detenemos frente a la problemática de la autoridad extrema, tanto así que el país se ha acostumbrado a la necesidad de restablecer el orden siempre mediante medios excepcionales, creando un completo desacomodo de la democracia, y llevando la institución romana de la dictadura a una constante en nuestra historia, por la incapacidad que se ha atribuido el pueblo mismo para la solución de conflictos, es decir, nos hemos encargado de transformar un mecanismo accidental y restringido en un sistema de gobierno quitando la autodeterminación política de los ciudadanos y buscando las respuestas en manos de otros.

En cuarto lugar mencionamos entonces que dicho supuesto de religiosidad como fundamento de nacionalidad tiene, finalmente, el cometido de la unión, y esta claramente reclamado en situaciones precarias como las que se vivían. Sin embargo, trae también muchas consecuencias negativas para la actividad política ciudadana y a su vez para la comprensión de conceptos fundamentales para su óptimo desarrollo, pues no es posible reducir, la soberanía, libertad, democracia etc, a un poder divino, a un Estado confesional y a una metafísica religiosa. Es entonces cuando se constituye la excepción en la regla como el modus operandi permanente y llegando de cara al conflicto del extremismo, del determinismo, la dogmática, la inflexibilidad y así sucesivamente alejándose del equilibrio ideal, y negando gradualmente posibilidades al pensamiento político. Cabe resaltar que dicho fenómeno no es propio únicamente de las manifestaciones idearias de Caro, también sucedió lo mismo a lo largo de nuestra historia, y sólo para ser consecuente cronológicamente es de resaltar el terrible extremismo en el que se vió sumido el país a lo largo de las décadas inmediatamente anteriores a la regeneración, donde el liberalismo radical y absoluto dejó caos y desorden tanto político como social en el territorio, dicho desorden que sería el fantasma que acecharía la conciencia política colombiana durante siglo XX.

Por último, se hace la mención de cómo entender la regeneración como modernismo en Colombia en contraposición al verdadero modernismo imperante en el mundo de la época. Se dejaron de lado las ciencias a la hora de determinar un una complejidad social, es decir, se obviaron absolutamente la sociología, la economía, la historia misma, en pro de la construcción de una nacionalidad, que si bien es cierto era necesaria categóricamente, pudo alejarse del extremismo en el que se sumió, cambiando de un radicalismo a otro y dejando en su lugar a la teología. Aunque puede ser que dicho autoritarismo fomentó la recuperación de la desinstitucionalización y desorden político y social vivido durando el siglo XIX, tuvo sin embargo graves falencias en cuanto a la democracia, la participación política, la participación ciudadana, las ciencias, la filosofía, el arte, la libertad, los derechos fundamentales que quedaron supeditados a los deberes civiles, dejando así una huella profunda de incapacidad analítica del pueblo y de la política misma, devolviendo el Estado a la precariedad medieval, y que no cambiarían pronto, pues la calma fue relativa y vinieron más movimientos manifestarios de la inestabilidad y la inconformidad, golpes de Estado, dictaduras etc.

No se puede negar que la necesidad de construir la nacionalidad entonces era ciertamente imperante, más esos medios no eran los idóneos, pues es inexorable pregonar también la diversidad frente a la homogeneidad, sin que se excluya la nacionalismo, para crear una libertad de conciencia y a su vez como todo acto humano recaer en dicha libertad la responsabilidad de todos los aspectos a los que ella conlleva, es decir, la política, la economía etc, para dejar de lado los fanatismos y los dogmas transformándolos en desarrollo, en inventiva, en ciencia y en progreso que permitan combatir con los problemas que agobian a la sociedad colombiana en todo tiempo. Los hombres son libres y deben aprender a elegir y sacrificar, no se trata de radicalismos ni extremos, de reos o libertinos, se trata de madurez política y se debe fomentar en el pueblo y desde él, pues solo él conforma la nación y la soberanía solo reside a su vez en ésta.

Concluyendo y de de cara a la postmodernidad es inminente que llegue la hora de que el pueblo tome las riendas de su destino político, y que los gobernantes no impongan sus ideologías de manera tajante, la virtud está, como pregonó Kant con su imperativo categórico, en “obrar como legislador y súbdito a la vez, en la República de las voluntades libres y autónomas”. El Estado y la patria deben ser protagonistas y es conditio sine qua non entender que su protagonismo sólo depende de la actuación de los ciudadanos, y que el destino de cada individuo está sujeto al propio de él y ella.


[1] Artículos y Discursos, Caro Miguel Antonio, 1888.

[2] Artículos y Discursos, Caro Miguel Antonio, 1888.

[3] Artículos y Discursos, Caro Miguel Antonio, 1888.

[4] Artículos y Discursos, Caro Miguel Antonio, 1888.

[5] Corte Constitucional, Sentencia C-027de 1993

[6] Artículos y Discursos, Caro Miguel Antonio, 1888

[7] Constitución de 1886